Un presupuesto insulso, por Donaciano Dujo*

El presupuesto de Agricultura crece un 12 por ciento con respecto al año anterior. Pero hay que leer la letra pequeña, para ver dónde han echado la tijera, y dónde han puesto toda la carne en el asador.

 
Desde aquella protesta de otoño de 2009, en la que los agricultores y ganaderos de ASAJA sembraron los aledaños de las Cortes regionales con miles de “billetes” de cien euros –que sumaban justo la misma cantidad en la que mermaba el presupuesto de agricultura para el siguiente año, el 2010– cada vez que llega octubre albergamos la esperanza de que la época de recortes para el campo haya acabado. Van ya seis años, y el proyecto de presupuestos, que tan satisfecha presenta la consejera de Hacienda, Pilar del Olmo, sigue dejándonos el mismo sabor amargo.
 
Con aquel primer “presupuesto de crisis”, el que se aplicó en el año 2010, nos llevábamos las manos a la cabeza por el importante recorte que sufrían las partidas que verdaderamente van al agricultor y ganadero. Ahora, ese presupuesto de 2010 nos parecería hasta bueno, porque la Consejería recibía 650 millones, de los cuales más de 450 iban dirigidos a inversiones y apoyos directos a los profesionales del sector. Más o menos nos ha pasado como el chiste ese de Jaimito, que le dice a su madre que primero lleva la bici sin un pie, luego sin el otro, después sin las dos manos, y al final sin dientes. Un año eran los planes de pensiones; otro las agroambientales; otro más la mejora de explotaciones; que si luego las concentraciones y los regadíos; después las cámaras agrarias y la formación; más tarde las partidas de sanidad animal y vegetal y, de remate, el apoyo a los seguros agrarios. Así se ha ido quedando en el chasis el presupuesto dedicado a la agricultura y la ganadería, hasta quedar lo que hemos tenido este año 2014: un total de 480 millones de euros, de los que solo 242 se dedican a inversiones y ayudas que repercuten en los profesionales del sector. Y esa cifra significa un 50 por ciento menos de lo que existía en 2009.
 
Después de estos meses de escuchar al partido en el Gobierno de la nación y del autonómico, empezando por Mariano Rajoy y acabando por cualquier otro responsable político, grande, mediano o pequeño, hablando de recuperación y de que la crisis va quedando atrás –sumado al hecho de que el próximo año habrá elecciones– teníamos alguna esperanza de que el presupuesto de la Consejería de Agricultura y Ganadería para 2015 mejorara. Y lo cierto es sobre el papel así ha sido, y en los medios de comunicación se reflejaba que era el departamento que más crecía. Comprobando las cifras, el presupuesto de Agricultura crece un 12 por ciento con respecto al año anterior, alcanzando los 540 millones en su presupuesto total, siendo la partida de inversiones reales o transferencia a los agricultores de 295 millones. Efectivamente, crece. Pero a algunos nos pasa lo que al gato escalfado, que del agua fría huye. Y vas desgranando, para ver dónde han echado la tijera, y dónde han puesto toda la carne en el asador.
 
Siendo conscientes de que es el último año del Programa de Desarrollo Rural 2007-2013, y que para lo que no se pague durante el año 2015 no se va a poder lograr la cofinanciación europea, porque el 50 por ciento lo pone Bruselas, la Consejería se ha visto obligada a aumentar el presupuesto en ese capítulo, y especialmente en los fondos de desarrollo rural, los conocidos como Leader, para los que se habilitan en 2015 cerca de 63 millones. Si a esto le sumamos un aumento de 9 millones de euros en los préstamos reembolsables que la Consejería da a la industria agroalimentaria, poco más nos queda de esperar de esos hipotéticos 60 millones de aumento del presupuesto en 2015.
 
En definitiva, que nos quedamos como estamos, con los presupuestos tan rácanos como los años anteriores, que no pueden estimular nuevos proyectos porque ni siquiera llegan a mantener los que hasta esta crisis se consideraban consolidados y necesarios. El campo regional, sobre todo gracias al esfuerzo personal de los agricultores y ganaderos, ha ido soportando mejor que otros sectores los envites de la crisis; pero este abandono presupuestario nos está haciendo perder capacidad de modernización, y a la postre competitividad, en un mundo muy globalizado que no perdona a los que se quedan atrás.
 
*Donaciano Dujo es presidente de ASAJA Castilla y León