Si hoy, primer día de campaña electoral, tuviera que hacer una reivindicación o una propuesta a los candidatos que se presentan a las elecciones municipales en cualquiera de los pueblos de nuestra provincia, sería que arreglen los caminos rurales. Es una obviedad decir que los caminos rurales son propiedad y competencia municipal, pero decir la obviedad no está sobrado, porque el grado de abandono es tal que pocos alcaldes tienen este asunto en su carta de servicios, en su lista de prioridades. Los procesos de concentración parcelaria que se han llevado a cabo en los últimos años en muchos de los municipios de la provincia, en gran parte vinculados a la modernización del regadío, han supuesto una renovación de la red de caminos que facilita el acceso a las fincas y consecuentemente el desarrollo de las labores agrarias. Entiendo que, con carácter general, los nuevos caminos están bien diseñados, la obra civil está bien ejecutada, y que responden a las necesidades de paso de una maquinaria moderna de grandes dimensiones y tonelajes.  Una vez entregadas las obras de concentración parcelaria, los primeros que tenemos que cuidad de los caminos somos los propios usuarios, los agricultores y ganaderos, y no está mal que haya una ordenanza con la que se sancione a quién los dañe por hacer un mal uso. Y corresponde a los ayuntamientos, a esos mismos ayuntamientos que nos cobran el IBI de rústica,  procurar un mantenimiento rutinario para que un bache no se convierta en un socavón. Que arreglar caminos no sea una obra que luce, no debe de ser motivo para que se siga gastando el presupuesto municipal siempre en lo mismo, siempre en levantar adoquines colocados pocos años antes. La mayoría de los ayuntamientos rurales tienen presupuestos saneados, por lo que pueden acometer esta obra, de su competencia, sin aumentar la presión fiscal, sin desatender otras necesidades. Y no olvidemos que agricultores hay pocos, pero propietarios de tierras millares, tierras que generan rentas y plusvalías aunque algunos no sepan dónde las tienen.