Cada día de altas temperaturas en la ola de calor, los granjeros de la provincia de León han visto reducida la producción de sus explotaciones. Si todos los cambios climáticos bruscos son malos en producción animal, las temperaturas inusuales de estos días, tanto en las máximas diurnas como en las máximas anormalmente altas también por las noches, han provocado un estrés en los animales que le ha hecho reducir de forma muy significativa la ingesta de alimentos, y consecuencia de ello han caído las producciones.

La caída de la producción láctea es de las primeras en constatarse. En la provincia de León se producen diariamente, de media, 840.000 litros de leche, de distintas especies (vacuno, ovino y caprino), y las pérdidas diarias, según los datos y las sensaciones aportadas a ASAJA por parte de varios ganaderos, rondarían los 100.000 litros, con un valor de mercado de 61.000 euros.

En el sector cárnico la situación no es mejor, y las pérdidas son debidas a que por una menor ingesta de alimentos y peores índices de transformación, los animales tardan más días en tener el peso óptimo para la llegada al matadero. En estos casos la peor parte se la llevan las ganaderías intensivas de cebo en porcino y en avicultura, pero también el cebo intensivo de terneros y las granjas de cría de conejos. Algunos de estos días de tanto calor los animales, lejos de poner kilos,  han llegado a perder peso, y las partidas que han ido a sacrificio,  por lo general han presentado canales de peor calidad comercial al estar menos engrasadas.

Tanto en las ganaderías de producción cárnica como en las de producción láctea, a la caída en los rendimientos hay que sumar, también por el efecto del estrés, la aparición de patologías de origen vírico o bacteriano, patologías metabólicas, problemas de fertilidad, y en casos extremos, muertes por golpes de calor.

Además de una menor producción, la ola de calor está ocasionando mayores costes por cambios necesarios en el manejo, costes en medicamentos y consultas veterinarias, mayores costes energéticos en el caso de explotaciones en las que se trabaja en ambiente controlado, y desperdicios en las raciones mal aprovechadas.

El efecto de la ola de calor es tan solo un problema más, y en este caso puntual, de cuantos atraviesa el sector ganadero. La ganadería se enfrenta a una subida de costes por la ola inflacionista y por los efectos de la sequía, y en la mayoría de los casos estos mayores costes no se están pudiendo repercutir en la venta de las producciones.

ASAJA. León, 19 de julio de 2022.