Ojeo las páginas de la Nueva Crónica en busca de una noticia que me inspire esta columna de opinión y no encuentro nada. Nada que me inspire, lo que no quiere decir que no haya leído nada interesante. Cierro el periódico y la imagen que me queda es la de varias fotografías de actos electorales por distintos puntos de la provincia en las que únicamente se ve a los candidatos y quizás algún figurante, pero no se ve público. Pues este es el tema de la opinión de hoy, la constatación de lo difícil que se está volviendo reunir gente en actos sociales, sindicales o políticos. Los actos más multitudinarios que se pueden ver en la prensa leonesa son los de las grandes paelladas o parrilladas que se prodigan en verano por los cientos de pueblos de nuestra provincia. Los actos multitudinarios sin pitanza de por medio están abocados a desaparecer, pues la mayoría del vecindario no acude a escuchar ideas ni a deleitarse con la intervención de un líder. Es asombroso que en plena campaña electoral los partidos políticos no sean capaces de llenar un salón de instituto en los barrios de León o en las cabeceras de comarca, pero tampoco se llena cuando los sindicatos de clase convocan a los trabajadores ni cuando las organizaciones profesionales agrarias llaman a arrebato a los agricultores y ganaderos. Podemos pensar que todo esto es consecuencia del descrédito de la clase política, la sindical, y la empresarial, que quizás, pero aún así me cuesta dar la razón a quién piensa que se lo sabe todo y no necesitar escuchar y aprender de nadie, y me cuesta dar la razón a quién antepone el individualismo a la defensa de intereses colectivos. También es probable que se deba a que ahora la información, el debate, y hasta las chorradas, llegan a través de las nuevas tecnologías, de las redes sociales, a las que de una forma u otra estamos todos enganchados. Sea por lo que sea, hoy juntar gente en un acto es muy difícil y lo padecen todas las organizaciones. Los salones de actos son ya una reliquia del pasado, un lugar a reconvertir.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 8 de noviembre de 2019