Conocí a Soraya Rodríguez en su etapa de eurodiputada, allá por el año 2000, y seguro que fue en algún encuentro de los que promovió con las organizaciones agrarias para hablar de los derroteros que llevaba la Política Agraria Común (PAC) por Bruselas. Recuerdo que daba un buen perfil, que contaba las cosas con entusiasmo, que se mostraba interesada por esas cosas tan áridas y técnicas que relatamos los agraristas, y que se ofrecía para que contásemos con ella. Fue su partido político, el PSOE, el que la apartó de un puesto cómodo como es el de parlamentaria en Estrasburgo, para ponerla de cartel electoral donde los partidos se juegan más, en este caso en las elecciones generales. Durante algún tiempo, en aquel inesperado triunfo de Zapatero en 2004, los agraristas de Castilla y León llegamos a hacer cábalas sobre la posibilidad de que la nombraran ministra de Agricultura, aunque una vez más nos equivocamos, pues entre lo bueno y lo peor, Zapatero nombró a lo peor, a Elena Espinosa. Aunque no viene a cuento, es justo que reconozca que después de Soraya Rodríguez llegó al puesto de eurodiputada, en las listas también del PSOE, la también vallisoletana Iratxe García, quién todavía mejoró las relaciones con el sector agrario y demostró capacidad sobrada para representar y defender los intereses del agro español en Europa, aunque de nuevo el partido la ha destinado a otros menesteres quizás más rentables en rédito electoral de lo que lo es la agricultura y la ganadería. Yo, que defendí y defiendo el legado de Isabel Carrasco hasta después de asesinada, que me ilusioné con la operación de Ciudadanos con Silvia Clemente y terminó de la manera que todos sabemos, debería de abstenerme y no profundizar más en la opinión sobre la figura política de Soraya Rodríguez. Y eso es lo que voy a hacer, pero me parece bien que se convierta de nuevo en eurodiputada, en este caso por el partido que acabó con la carrera política de Silvia Clemente, pues Soraya Rodriguez se pondrá a disposición del campo para abrirnos puertas en Europa. Y no hay muchos que lo hagan.
*Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 5 de abril de 2019.