PORQUE BRUSELAS APRIETA

Incluso para quienes no tienen relación alguna con el campo, ha debido llamarles bastante la atención el crecimiento del doce y medio por ciento de los presupuesto de la Junta de Castilla y León en el área de Agricultura.

PORQUE BRUSELAS APRIETA 

Incluso para quienes no tienen relación alguna con el campo, ha debido llamarles bastante la atención el crecimiento del doce y medio por ciento de los  presupuesto de la Junta de Castilla y León en el área de Agricultura. Normal, pues no se espera que una consejería no social crezca en el gasto cuando todavía no hemos salido de la crisis. Y no es que yo no me alegre del crecimiento de las cuentas de la agricultura, al contrario, ni es que no sea agradecido, sencillamente busco razones objetivas para alegrarme y para agradecer los desvelos con el sector primario si es que se han producido. Pero a poco que uno  conozca lo tambaleantes que han quedado las cuentas agrarias en esta legislatura, la ausencia de nuevos proyectos, y las dificultades que están teniendo en las diferentes áreas para cumplir los compromisos de pago ya adquiridos, uno tiene que pensar que hay trampa. Y la trampa está, por un lado, en que de nuevo una parte del gasto de la consejería de Agricultura, una parte muy importante con la que financian el desarrollo del sector agroalimentario, no son subvenciones a fondo perdido, son préstamos reembolsables, unos préstamos que engordan ficticiamente un presupuesto, y de los que nada se dice cuando se devuelven. Claramente esta es una artimaña presupuestaria para vestir los presupuestos cuando son políticamente invendibles y hay que hacer ingeniería financiera para cuadrar las cuentas. Pero además, los recortes agrarios de años anteriores, los de la Junta y los del ministerio de Agricultura, han llevado a retrasos enormes en los pagos del Programa de Desarrollo Rural, un programa que financia Europa, que finalizó en 2013, y cuyos compromisos de gasto hay que hacer efectivos antes del 30 de diciembre de 2015. Los responsables de la Junta saben que ahora ya no caben dilaciones, que o se paga en el ejercicio 2015, o le hay que devolver a Bruselas el dinero comprometido, lo que no dejaría de ser un bochorno para cualquier gobernante. Por eso, por la obligación de cumplir con Bruselas, la Junta ha tenido que incrementar el presupuesto en un porcentaje tan llamativo. Las prisas del mal estudiante. 

Artículo de opinión de José Antonio Turrado publicado en La Nueva Crónica del viernes 17 de octubre de 2014.