Los que lo firmamos en representación de los productores, ASAJA como organización mayoritaria y la confederación nacional que agrupa a la totalidad del mundo cooperativo, seguimos pensando que hicimos lo correcto.

José Antonio Turrado. Secretario de ASAJA de Castilla y León

Mucho se ha escrito, y parte han sido duras críticas, sobre el “Acuerdo para la estabilidad y sostenibilidad de la cadena de valor del sector de vacuno de leche”, que se firmó el 23 de septiembre en el ministerio de Agricultura por parte de la industria láctea, las cooperativas lecheras, la gran distribución y la organización agraria ASAJA. Los que lo firmamos en representación de los productores, ASAJA como organización mayoritaria y la confederación nacional que agrupa a la totalidad del mundo cooperativo, seguimos pensando que hicimos lo correcto, que tocaba comprometerse por el bien del sector, y ahora tenemos más autoridad que otros para seguir exigiendo que se cumpla todo su contenido, y que se cumpla cuanto antes. Hoy, mes y medio después, las cosas no están peor, pero el precio de la leche no ha repuntado lo que debiera y en general el sector sigue vendiendo a  pérdidas, unas pérdidas que se palian muy parcialmente con las ayudas públicas del Estado y de la Unión Europea, de las que ya sabemos cómo van a repartirse. Ayudas insuficientes, pero que en todo caso nunca son fáciles de conseguir.

En este contexto de crisis del sector lácteo, la consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León ha venido trabajando en otro acuerdo complementario que ha denominado “Plataforma para la competitividad productiva del sector vacuno de leche de Castilla y León”, que se firmará el próximo martes día 17, con Juan Vicente Herrera como testigo, y al que en principio se van a adherir todos, incluidos los que tanto han criticado el firmado en Atocha. La postura de ASAJA ha sido la misma que la que mantuvo con el Gobierno central: apoyar las iniciativas públicas para, a través de un conjunto de medidas normativas y económicas, buscar la pronta recuperación del sector lácteo, consiguiendo un equilibrio que satisfaga a todas las partes. Este acuerdo, como el otro, tiene alguna directriz política interesante, y tiene también mucha paja y mucho adorno,  como suele suceder.

Probablemente nadie encuentre a estas alturas la piedra filosofal que no han encontrado otros antes, pero el hecho de hablar del problema, de hacer un diagnóstico certero de la situación, y empujar todos en una misma dirección, es de por sí un avance importante que ASAJA siempre sabe valorar. El valor de estos acuerdos es la unidad, y el logro de la consejera no es lo que ha prometido, ni el contenido de un texto pensado para agradar la vista, es el que va a conseguir sentar en la mesa de Presidencia a todo el sector, en particular a todo el sector productor,  evitando con ello las críticas de quienes en estos casos se quedan fuera.

Llegado a este extremo, serán otros y no ASAJA los que tendrán que explicar por qué sí al acuerdo de Valladolid y no al acuerdo de Madrid. Me temo que no tendrán razones convincentes y que los ganaderos no van a entender una retórica que no conduzca a ninguna parte, ni lo entenderán los medios de comunicación, ni lo entenderán los analistas políticos si es que se fijan en estas cosas. Da un cierto tufo a que los esfuerzos de García Tejerina chocaron con los intereses políticos de ciertas organizaciones agrarias muy pendientes del 20 de diciembre, mientras que Milagros Marcos ha pedido un acuerdo al inicio de la legislatura, sin contiendas a la vista.