Elena Espinosa ha visto premiada su labor como ministra con 365 kilos de carbón, uno por cada día del año, que esta mañana ASAJA de Castilla y León ha llevado frente a la Delegación del Gobierno en Castilla y León.

Elena Espinosa ha visto premiada su labor como ministra con 365 kilos de carbón, uno por cada día del año, que esta mañana ASAJA de Castilla y León ha llevado frente a la Delegación del Gobierno en Castilla y León. Parte del carbón, en una cesta, se ha entregado en el Registro de la sede, para que sea remitido a la titular del Ministerio de Agricultura. En este acto, al que han asistido representantes de ASAJA en las nueve provincias de la Comunidad Autónoma, la organización agraria ha contado con la ayuda de SS. MM. los Reyes Magos de Oriente, que son los que se han encargado de hacer entrega del presente para la Sra. ministra.

Los merecimientos que han llevado a Elena Espinosa a conseguir este regalo han sido muchos. Por reciente, destacar la reducción y cicatero reparto de fondos del Programa de Desarrollo Rural. Pero también está el problema de los altos costes de los medios de producción (gasóleo y fertilizantes, sin que el Gobierno se dé por enterado de los abusos que se están cometiendo) y encima ahora suben las tarifas eléctricas.

Igualmente, pese a las promesas, tampoco el Ministerio ha hecho nada para que los precios de los productos se mantengan en umbrales dignos, impidiendo que existan abusivos e injustificados márgenes comerciales. Otro montón de carbón se merece la ministra por su política láctea, que está llevando a las ganaderías de leche de vacuno una pérdida de competitividad al limitar el crecimiento de las explotaciones por no poder comprar cuota en el mercado.

Malo también ha sido su comportamiento en lo referente a la modulación de las ayudas de la PAC, cuyos importes no han servido para orientar mejor la política agraria, sino para que se ahorre dinero en los fondos de Desarrollo Rural.

Y por último, subrayar también el nefasto papel de la ministra en el tema de la reforma de la OCM de la remolacha: primero negoció mal, y luego ha optado por esconder la cabeza y eludir responsabilidades, sin reconocer en ningún momento lo que todos los cultivadores ya han comprobado en sus bolsillos, que la remolacha cada vez vale menos y que en poco tiempo los costes de producción serán mayores que los ingresos.

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