El cambio climático en el campo

Si hay un sector que depende del clima es el nuestro, el de la agricultura y la ganadería. La evolución del tiempo determina nuestra vida por partida doble, como ciudadanos y como profesionales. Y los que ya llevamos algunos años en esto somos muy conscientes de que algo está cambiando: ya no existen los crudos inviernos de antaño, ni las estaciones están tan definidas.

Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA CyL

Si hay un sector que depende del clima es el nuestro, el de la agricultura y la ganadería. La evolución del tiempo determina nuestra vida por partida doble, como ciudadanos y como profesionales. Tenemos siempre un ojo pendiente del cielo, y otro de las previsiones meteorológicas de internet. Y aunque ahora hay satélites y antes no, lo mismo les ocurría a nuestros antepasados, que durante siglos trataban de adivinar el tiempo mirando el cielo e imaginando coincidencias entre lunas, nieblas y rocíos para elaborar cabañuelas y calendarios zaragozanos.

Los que ya llevamos algunos años en esto somos muy conscientes de que algo está cambiando. Ya no existen los crudos inviernos de antaño, con heladas, nieblas y nevadas, con aquellos chapiteles colgando de los tejados y caminos con charcos congelados. Las estaciones ya no están tan definidas, pasamos del otoño al invierno y del invierno a la primavera, que a veces parece casi verano, y el agua escasea y cuando aparece lo hace a destiempo y de forma desmedida. Eso que cuentan los científicos del cambio climático para nosotros tiene un significado real en nuestro día a día, en nuestra vida y también en nuestro trabajo, en la actividad agrícola y ganadera. Si no llueve no hay pastos y el cereal se pierde, si no nieva se resiente el regadío, si hiela a destiempo los cultivos que ya vienen más adelantados por estos inviernos tan suaves se echan a perder.

Entre finales del siglo XX y lo que llevamos del XXI los avances tanto en agricultura como en ganadería son incesantes. Las mejoras en temas como la genética, los fitosanitarios, la maquinaria, el paso de secano a regadío modernizado… en resumen, la generalización de sistemas de producción más sostenibles y eficientes son un hecho. Sin embargo, todo nuestro trabajo depende de una base delicada, el clima. Si no hay agua o si hiela en fechas inusuales todo se va al traste. Nuestros sistemas productivos y tecnológicos están enfocados a ser eficientes en unas determinadas condiciones climatológicas; si estas varían, tendremos que analizar con precisión las causas y sobre todo adaptarnos a una nueva situación. Una nueva situación que posiblemente implicará cambios en la agricultura, desde la genética de unas semillas que respondan mejor a un clima más caluroso y con menos precipitaciones, hasta un ajuste en los ciclos vegetativos, y también cambios en la ganadería, que podrían afectar al manejo y a la permanencia en pastos y dehesas.

Todos preferiríamos negar la realidad y seguir reclamando un tiempo ideal que cubriera nuestras necesidades. Pero cuando hay un problema lo mejor es conocer su dimensión y buscar soluciones, quizás no las perfectas, pero sí las posibles, las que garanticen el futuro de nuestra explotación agraria y ganadera. El cambio climático es un tema de actualidad, en el plano mundial, europeo y nacional, y es fundamental que el sector agrario y ganadero esté presente en ese debate, para que la experiencia y demandas de los profesionales del campo queden recogidas en las decisiones políticas que se tomen y que van a marcar el rumbo de nuestro planeta en este siglo XXI.


* Publicado el 29 de mayo en el suplemento Mundo Agrario, de El Mundo de Castilla y León

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