El elevado precio de los carburantes amenaza seriamente la rentabilidad de unas explotaciones que cada vez tienen que ajustar más sus márgenes al descender los precios de venta de sus productos

El complicado panorama internacional y la amenaza de una guerra en Irak ha tenido un reflejo inmediato en los mercados y, en concreto, en el del petróleo. Desde las últimas semanas, la tónica es alcista, y los agricultores ya están pagando el litro de gasóleo tipo B a 44 céntimos de euro, 7 céntimos (casi 12 pesetas) más que doce meses atrás.

Teniendo en cuenta estas cifras, para una explotación cerealista media de la región (sobre 120 hectáreas) esta campaña los costes de producción (labores de preparación del terreno, siembra, abonado y tratamientos y recolección) se incrementarían respecto al año anterior en 697,2 euros, unas 116.000 pesetas, sólo a causa de este repunte del precio del carburante.

Esta situación es aún más grave en estos momentos, en los que prácticamente todos los agricultores de la región tienen que emprender buena parte de sus labores agrícolas, pospuestas durante meses a causa de las abundantes lluvias de este invierno. La siembra de cereales de ciclo corto, de girasol, remolacha, etc. urge, y la demanda de gasóleo se disparará estos días.

El elevado precio de los carburantes amenaza seriamente la rentabilidad de unas explotaciones que cada vez tienen que ajustar más sus márgenes al descender los precios de venta de sus productos, siguiendo las pautas marcadas desde Bruselas y desde foros como la Organización Mundial del Comercio.

Queda así el agricultor en una situación de indefensión, incapaz de remontar las pérdidas que supone esta nueva subida del gasóleo. La organización profesional agraria apunta que, a pesar de que a raíz de las movilizaciones de 2000 se consiguieron algunas medidas que han contribuido a mejorar la renta de los agricultores, es preciso encontrar una solución definitiva para este problema. Ya entonces se exigió el establecimiento de un precio especial para el gasóleo demandado por los profesionales del campo; de hecho, se aseguró que la Comisión Europea crearía un grupo para avanzar en este punto, algo que por lo visto no ha tenido fruto alguno.

“Es el momento de retomar estos compromisos y dotar de un tratamiento especial al gasóleo de tipo agrícola. Si este sector tiene que someterse a los precios marcados por los políticos, son los políticos los que deben procurar estabilidad en los precios de los input que precisa el agricultor para desarrollar su tarea”, exige ASAJA.