La Consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León no consigue remontar su situación de secular desventaja en el reparto de los presupuestos que se aprueban cada año, por lo que en el 2005 seguirá en una tónica continuista, sin dar solución a los verdaderos y acuciantes problemas del sector, según advierte ASAJA.

La Consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León no consigue remontar su situación de secular desventaja en el reparto de los presupuestos que se aprueban cada año, por lo que en el 2005 seguirá en una tónica continuista, sin dar solución a los verdaderos y acuciantes problemas del sector, según advierte ASAJA.

Agricultura se ha convertido en una mera gestora de ayudas, la mayoría provenientes de la Unión Europea, y aunque cada año aparecen partidas nuevas para tener contentos a todos y cuidar la clientela política, siguen brillando por su ausencia los proyectos serios que de verdad supongan un impulso de modernidad y competitividad para el sector. Prueba de este clientelismo político es el pago a quien tanto apoyo le ha prestado en los últimos meses: la Unión Regional de Cooperativas (Urcacyl). Mientras que las ayuda a las organizaciones agrarias (ASAJA, COAG y UPA) crecen un 2 por ciento, la organización representativa de una parte de las cooperativas de Castilla y León (Urcacyl), recibe una ayuda de 250.000 euros, experimentando un crecimiento del 31,6 por ciento respecto al año anterior.

Por otro lado, ASAJA critica que, cuando el número de efectivos en el campo se reduce cada año en más del 8 por ciento, la Consejería destina cada vez más dinero a personal, y cada vez contrata más servicios externos para ocuparse de tareas que antes se realizaban con funcionarios propios. La práctica totalidad de los empleados del Instituto Tecnológico Agrario es personal contratado, que viene a incrementar por esta vía la plantilla de la Consejería. Tampoco repara la Consejería en vehículos y otros gastos corrientes, así como en centros tecnológicos y de investigación que hasta ahora han demostrado ser absolutamente ineficientes.

Los presupuestos del año 2005 no aportan solución alguna a las necesidades de financiación de las medidas de acompañamiento de la PAC. Por ello, seguirá siendo restrictiva la ayuda a zonas desfavorecidas; no se mejorará el porcentaje de aprobación de expedientes del cese anticipado, que en el 2004 se limitó al 17 por ciento; tampoco se elevará ese 30 por ciento de expedientes aprobados en la última campaña en la línea de las ayudas agroambientales, y no se podrá atender a más de medio millar de los jóvenes que se quieran incorporar al campo, lo que representa la mitad del objetivo marcado por Juan Vicente Herrera.

Respecto a la política de infraestructuras, una vez más se gasta más en proyectos, es decir, en papel, que en cemento, pues son muchas las obras que figuran en los presupuestos y muy pocas las que serán objeto de actuaciones serias en el próximo año. La escasez presupuestaria, unida a las malas relaciones con el Ministerio de Agricultura y la Confederación Hidrográfica del Duero, harán que sean poco más que testimoniales las actuaciones relacionadas con el Plan Nacional de Regadíos, tanto en nuevos regadíos como en modernización, por lo que la mayor parte del territorio de Castilla y León seguirá siendo de un secano rabioso, con pocas alternativas más allá del cultivo del cereal.

ASAJA espera que el debate de presupuestos, más allá del baile de números de unas partidas a otras, sea un debate serio que se centre en la necesidad de llevar a cabo una verdadera política agraria regional con identidad propia, que afronte nuestros problemas y plantee soluciones que modernicen al campo de la región y le permitan competir en un mercado cada vez más globalizado.