La desunión europea

La familia europea ya no está tan unida, y como siempre es debido al dinero, al presupuesto comunitario. Quizás se haya hecho una ampliación muy grande y muy deprisa.

En estas últimas semanas, mientras los agricultores nos preparábamos para recolectar lo poco que este año los campos de Castilla y León nos van a dar, hemos conocido a través de los medios de comunicación los desencuentros protagonizados por los líderes políticos europeos. La familia europea ya no está tan unida, y como siempre es debido al dinero, al presupuesto comunitario. Quizás se haya hecho una ampliación muy grande y muy deprisa; mientras los principales países miembro soportan importantes problemás económicos que les impiden cumplir con los objetivos marcados por la Unión Europea, nos encontramos con la incorporación de nuevos países, con muchas carencias económicas y sociales, mientras que el grupo de países del arco mediterráneo, entre los cuales nos encontramos, todavía no logramos seguir el ritmo que marca la locomotora europea. Con este panorama, y siendo eje principal de la Unión Europea la PAC y las distintas OCM de cultivos, no se vislumbra un buen panorama para el sector en Castilla y León.
Por un lado, a partir del 2006 entra en vigor la reforma de la PAC, con recortes importantes como la modulación el artículo 69, y la reserva nacional. A la vez se plantea la reforma de la OCM del Azúcar. Cultivo estrella e insignia en Castilla y León en cuanto a rentabilidad, producción y profesionalidad, la UE parece decidida a condenarle a muerte. Pretende que nos paguen menos por las toneladas de remolacha que el coste que tiene producirlas, a cambio dándonos una mísera ayuda que saldría de una corrección financiera de los fondos europeos, es decir, de las ayudas PAC.
En este tema, desde ASAJA hace un año advertimos al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en una reunión en León que debía defender el sector remolachero como una cuestión de estado, por la implicación agrícola, social e industrial que ello conllevaba para España y especialmente para Castilla y León. De seguir la propuesta presentada por la comisaria europea de Agricultura, el cultivo se barrería del mapa en español. Desaparecería en su totalidad y con él todo lo que hay alrededor de la remolacha. Sin duda sería la mayor catástrofe económica que Castilla y León haya sufrido, ya que afectaría no sólo a los remolacheros, sino a todos los agricultores, puesto que se reducirían las ayudas que se perciben de la PAC y se produciría un desequilibrio al ocuparse las hectáreas que hoy tienen remolacha con el resto de cultivos.
Ha tenido el señor Rodríguez Zapatero un año para, con su talante y consenso, haber negociado con los líderes políticos europeos y lograr el rechazo total de tal propuesta y la eliminación por completo de este disparate de reforma. Pero el resultado a esta fecha no ha podido ser más negativo: si la propuesta del año pasado era mala esta es peor, y nos atrevemos a decir que el Sr. Presidente no ha hecho nada por defender la remolacha de España (porque si lo ha hecho, y con este resultado, sería una tomadura de pelo). Tampoco lo ha hecho ni la ministra ni su secretario general, que lejos de buscar aliados y encontrar amigos en Europa han dedicado todos sus esfuerzos de los últimos meses a expropiar la cuota de los ganaderos de leche para venderlo en campaña electoral en Galicia.
Con este panorama y encima con el anuncio de la posible renacionalización de las ayudas de la UE que proponen los países del Centro y Norte de Europa, que para que los agricultores de a pie lo entendamos, significa que parte de las ayudas de la PAC tendrían que pagarlas los estados miembros, y que no vendrían en su totalidad de la UE, el temor del sector está totalmente justificado. Ya estamos acostumbrados a hacer solicitudes de mejora de explotaciones, de ceses anticipados, de programas agroambientales etc. y que acaben “durmiendo” en los cajones de las administraciones por falta de presupuesto, así que si el sistema de cofinanciación se amplía a otras ayudas es para echarse a temblar, porque las empobrecidas administraciones españolas poco aportarían. Ante tal situación, desde luego sólo nos queda confiar en que el presidente del Gobierno agote hasta sus últimos cartuchos y defienda a España, a los españoles y a los agricultores de forma contundente. Y que Dios –y Mariann Fischer– nos coja confesados.

Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA de Castilla y León