La gran decepción de los jóvenes

En todo este tiempo, no hay responsable político con la más mínima competencia en agricultura que no se haya vanagloriado de esas generosas ayudas de setenta mil euros que iban a poder percibir los jóvenes que se incorporasen al campo. Pero cuando los políticos meten mano en según qué cosas, todo lo estropean.

José Antonio Turrado. Secretario de ASAJA de Castilla y León

Hace un año se aprobaron los reglamentos europeos que regulan la nueva PAC, y ahora, doce meses después, se aprueban los reales decretos que la desarrollan en clave nacional, quedado pendiente, dentro de lo importante, la aprobación del Programa de Desarrollo Rural. En todo este tiempo, no hay responsable político con la más mínima competencia en agricultura que no se haya vanagloriado de esas generosas ayudas de setenta mil euros que iban a poder percibir los jóvenes que se incorporasen al campo. En algún momento, cuando hablaba la señora ministra de Agricultura, parecía como si fuese la madre de tan feliz alumbramiento, y cuando hablaba la señora consejera de Agricultura, de la Junta de Castilla y León, uno tenía la sensación de que el dinero lo ponía hasta de su propio bolsillo. Sea como fuere, lo cierto es que la medida, incesantemente vendida, generó expectativas en el sector, pues es un momento de ciertas vocaciones de incorporación de jóvenes al campo, y setenta mil euros es una clara mejoría respecto a los treinta y cinco mil de la etapa anterior. Generó tantas expectativas que incluso en la última convocatoria de ayudas, algunos jóvenes no hicieron la solicitud, es decir, retrasaron el momento de incorporarse al campo, a la espera de la nueva normativa con la que se prometían ventajas indudables.

Pero una vez más, cuando los políticos meten mano en según qué cosas, todo lo estropean, incluso lo que pudiera estar bien planteado desde la Unión Europea, y eso es lo que ha ocurrido con la presentación del borrador de Orden de convocatoria de estas ayudas por parte de la Junta de Castilla y León. El equipo que dirige Silvia Clemente ha preparado una modulación de estos fondos de tal forma que, al priorizar por sectores y por la pertenencia o no a una cooperativa de las que calificará como prioritarias, hace que sea prácticamente imposible alcanzar el tope de los setenta mil euros y que muchos jóvenes no sobrepasen los veinte mil. Y la mayoría, seguramente que la mayoría, no llegarán los treinta y cinco mil de la PAC anterior, por lo tanto, claramente lo que nos espera es peor que lo que teníamos. Sencillamente los de aquí, nuestros políticos de aquí, los más cercanos y los que se supone que mejor nos conocen y mejor pueden ayudarnos, nos van a quitar lo que Europa estaba dispuesta a darnos.

No es de recibo que la Junta defina ahora que a unos sectores se le apoye más que a otros en la incorporación de jóvenes o en los planes de mejora, y mucho menos que se den más ayudas a los que están dentro de una cooperativa con respecto a quienes ejercen el libre derecho de vender en cada momento a quien mejor les pague el producto o menos le cobre por los input. Seguro que se equivocará potenciando sectores que pronto entrarán en excedentes, como ha ocurrido este año con la patata, y no tendrá respuesta para ello. Y potenciará cooperativas que entrarán en concurso de acreedores, y no tendrá respuesta para los agricultores damnificados.

Por eso, lo que debe de hacer Agricultura es otorgar las ayudas sin más limitaciones que las impuestas por la Unión Europea, respetar las libertades individuales también respecto a la comercialización, no dirigir hacia sectores que pueden ser un fiasco, garantizar que ningún joven perciba menos que con la PAC anterior, y sobre todo escuchar, escuchar al sector y no obrar por cabezonería, y menos un año electoral como es el 2015. No vaya a ser que los jóvenes, y los no tan jóvenes, pasen una factura con la que no pueda la consejera y le lastre su futuro político.