Las explotaciones de Valladolid y Palencia, en especial las situadas en el valle del Esgueva, y algunas zonas de Ávila y Burgos, son las zonas productoras que mayores pérdidas registran en la cosecha de cereales de esta campaña.

Las explotaciones de Valladolid y Palencia, en especial las situadas en el valle del Esgueva, y algunas zonas de Ávila y Burgos, son las zonas productoras que mayores pérdidas registran en la cosecha de cereales de esta campaña. Por otra parte, la falta de pastos naturales ha incrementado además los costes para la ganadería extensiva en la Región, donde, además, la mejora y modernización de la infraestructura de regadío aún pendiente contribuye a empeorar la crisis.

Las pérdidas provocadas por la sequía en algunas zonas de la provincia de Valladolid, como es el valle de Esgueva, se cifran entre el 80 y el 90 por ciento de la producción, lo que hace suponer que ni tan siquiera se pueda cosechar el cereal. Sin llegar a estos extremos, la situación es muy grave en el resto de la provincia, donde los daños superan el 60 por ciento de la producción. En menor medida, pero también seriamente afectadas por la sequía, están las provincias de Palencia, Ávila y Burgos.
En Castilla y León, las últimas lluvias de la primavera han contribuido a aliviar algo la situación, sobre todo en las zonas más tardías, pero en general las pérdidas son ya irrecuperables.
La escasez de lluvias durante la primavera ha provocado también importantes pérdidas a los ganaderos que, ante la ausencia de pastos naturales, se han visto obligados a incrementar el consumo de piensos, con el consiguiente coste añadido.
A esta situación de sequía climatológica, se añade un segundo factor: los efectos de la escasez de agua almacenada, es decir, del bajo nivel de reservas en los embalses. Este segundo condicionante está provocando graves limitaciones en las dotaciones de agua para los cultivos de regadío y, en algunos casos, se teme que pueda quedar suspendida la campaña de riegos.
La preocupación por la situación de los cultivos de regadío queda reflejada en las medidas extraordinarias que ya ha adoptado la Junta, aprobando medidas para que pueda incrementarse la superficie de barbecho voluntario hasta el 50 por ciento de la superficie.
Resulta paradójico que sea la región con una de las cuencas fluviales más importantes de España la que acuse esta falta de adecuación de los recursos hídricos. ASAJA Castilla y León ha denunciado reiteradamente el retraso en la modernización y mejora de los regadíos existentes, con lo que ello conlleva de pérdida de recursos.

LOS DEBERES SIN HACER

En este sentido, hay que recordar que en la reunión del Consejo Interregional de Regadíos, celebrada el pasado 18 de junio en Madrid, el subsecretario de Agricultura, Manuel Lamela, informó de que en julio quedarían cerrados los acuerdos de desarrollo concreto del Plan Nacional de Regadíos con las comunidades autónomas para que sean firmados en septiembre y las obras puedan adjudicarse antes de que finalice el año.
Al retraso de las obras de mejora y modernización de los regadíos hay que añadir la falta de planificación de los desembalses. El escaso rigor con el que se aborda la política de desembalses provoca que frecuentemente se primen los aprovechamientos energéticos sobre los agrarios. Esta falta de previsión se ha puesto de manifiesto, no sólo en esta campaña sino también en las precedentes, con importantes restricciones de riego que podrían haberse evitado o reducido su alcance si hubiera existido una mayor planificación.
Si la falta de agua ha sido la causa principal del varapalo que han sufrido los cereales en Castilla y León, los efectos de las heladas sufridas en primavera, sobre todo en los meses de abril y mayo, también se han dejado notar sobre los cultivos, que han provocado importantes daños.