Las cuentas no salen

No hay tertulia o reunión de agricultores en la que el tema no sea lo bajos que están los precios del cereal. Además, con la contradicción, difícil de asumir, de que en una cosecha de producciones bajas los precios estén por los suelos.

Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA de Castilla y León

Si hay un  momento en el que a los agricultores nos toca hacer cuentas es el comienzo del otoño. En un plazo muy corto, de solo unas semanas, el agricultor tiene por un lado que pagar a la cosechadora que le ha recogido el cereal; hacer frente a la renta de las fincas arrendadas, que para la inmensa mayoría supone más del 50 por ciento de la propia explotación, y a la vez tiene que ir  preparando la compra de fertilizantes y herbicidas para la próxima sementera. Con este panorama, muchos se ven en la necesidad de vender una parte o la totalidad de la cosecha recogida en el verano. El problema es ¿a qué precio?

Desde el verano, no hay tertulia o reunión de agricultores en la que el tema no sea lo bajos que están los precios del cereal. Además, con la contradicción, difícil de asumir, de que en una cosecha de producciones bajas los precios estén por los suelos. En 2012 hubo una campaña similar en cuanto a toneladas, pero la diferencia respecto a lo que se pagó por el cereal, el maíz, o el girasol fue abismal. Por no mencionar el bochornoso caso de la patata, que se está “pagando” (por decir algo) muy por debajo de los costes de producción.

Los grandes expertos de estos temas dicen que en un mundo globalizado ya no afecta la buena o mala cosecha de un país, sino que todos nos movemos al son que chiflan en las bolsas de Chicago o Londres, donde a los potentados que antes se dedicaban a especular con oro y petróleo ahora les ha dado por el cereal. También es incomprensible que los agricultores y ganaderos de España, un país deficitario aun en años buenos en la mayoría de las producciones agroganaderas, soporte con frecuencia precios más bajos que los colegas de Francia, que produce más de lo que necesita, y le sobra para exportar. Y, hombre, tampoco nos creemos del todo que el veto ruso esté haciendo bajar los precios de manera tan intensa como la que estamos padeciendo; más bien seguimos teniendo claro que esto se debe a la presión interesada y a la especulación de los grupos de poder.

Si será grave la situación que hasta en la propia Unión Europea se han removido los agarrotados mecanismos de control de los mercados, y la Comisión ha aprobado un por ahora pequeño incremento de los aranceles que gravan las exportaciones de países terceros, que llegan a nuestros mercados y hunden precios. Un gravamen insuficiente, pero al menos parece que en Bruselas se han dado cuenta que, pese a la PAC, la renta de los agricultores llega principalmente vía precios, y que éstos no pueden ser indignos. Porque el hecho es que pasado mañana ya estamos sembrando, y los bolsillos están bajo mínimos.

 

* Artículo publicado en el suplemento de Campo de El Mundo de Castilla y León el pasado 25 de septiembre