Las rebajas agrarias

Nosotros, los agricultores y ganaderos, también tenemos rebajas: las distintas administraciones y organismos nos las imponen al finalizar el año. No han sido pocos los temas que desde la Unión Europea hasta la Consejería de Agricultura han sido “rebajados”. Como consecuencia de ello, nuestros ingresos también acaban siendo “de saldo”.

Iniciamos el mes de enero después de unas navidades cargadas de felicidad, amistad y sobre todo, consumo. A quién de nosotros no le sobran unos cuantos kilos de más debido a las celebraciones propias de estas fechas. Lo que hemos ganado en peso lo hemos perdido en economía. Se resiente la cartera, vamos, que echa humo, pero sin embargo, la misma sociedad de consumo nos lleva a añadir a la cuesta de enero las famosas rebajas de invierno.

Nosotros, los agricultores y ganaderos, también tenemos rebajas: las distintas administraciones y organismos nos las imponen al finalizar el año. No han sido pocos los temas que desde la Unión Europea hasta la Consejería de Agricultura han sido “rebajados”. Como consecuencia de ello, nuestros ingresos también acaban siendo “de saldo”.

Por enumerar los principales temas que han sufrido esta reducción podríamos empezar por el propio periodo de realización de la solicitud PAC. Desde sus inicios siempre se ha establecido que transcurriera entre primeros de enero y mediados de marzo. Pues bien, este año han llegado las rebajas, quedando reducido el plazo desde mediados de febrero hasta mediados de marzo. También el señor Fischler nos ha rebajado el barbecho obligatorio para nuestras explotaciones. Siempre ha sido de un 10 por ciento o incluso más, y este año se nos ha quedado en un 5 por ciento, la mitad.

En el importe de los pagos compensatorios percibidos por la PAC de 2003 también hemos sufrido rebajas. Ponemos como ejemplos el maíz, las leguminosas de consumo animal o el trigo duro.

En el mes de diciembre hemos realizado nuestro seguro agrario para contar con cobertura ante imprevistos por un mal tiempo. Sorpresa para los agricultores ha causado la rebaja en cuanto a rendimientos en la cobertura del la póliza, mientras que se incrementa el importe a pagar cuando los kilos asegurados son menores.

Otra rebaja importante ha sido el número de solicitudes aprobadas en el cese anticipado de la actividad agraria. De los cerca de mil expedientes presentados, la Consejería sólo ha aprobado 400, y 600 se han quedado sin la aprobación de este organismo.

Los agricultores hemos sufrido también la rebaja de los derechos que teníamos con la anterior ley de arrendamientos. El señor Cañete nos ha reducido nuestros derechos a favor de otros sectores que, en muchos casos, poco o nada tienen que ver con la agricultura y la ganadería.

También se nos ha rebajado la participación en las distintas comisiones institucionales para defender los intereses de los agricultores y ganaderos. Baste con poner un ejemplo, lo ocurrido en la comisión de actividades clasificadas.

Hasta las relaciones institucionales con la propia Consejería en los últimos meses del año han sido víctimas de esta campaña masiva de rebajas, y actualmente casi son nulas, con las consecuencias negativas que para el sector de Castilla y León tiene.

Todos estos aspectos rebajados no tienen repercusión en las rebajas de las grandes superficies, almacenes o industrias de distribución. Éstas están pensadas para que el consumidor adquiera los mismos productos a un mejor precio y, a la vez, los comerciantes consigan vender aquello que en plena temporada no han podido. Sin embargo, las rebajas en el campo nos vienen impuestas por las distintas administraciones, con el objetivo de ahorrarse dinero y en detrimento del propio sector.

Llegará la próxima temporada primaveral y los comerciantes volverán a poner a la venta sus productos a pleno precio, con el incremento justo de IPC. Sin embargo, nosotros ya no volveremos a alcanzar el estatus social y económico anterior a la rebaja de los últimos meses del año.

Todo lo anteriormente mencionado ha sido debatido y denunciado, y ha contado con una fuerte oposición por parte de esta organización. Sin embargo, tenemos que lamentar que las distintas administraciones competentes en cada uno de los temas hayan preferido mirar antes para otro lado antes que para el que representan, que es el sector agrícola y ganadero.

No es buena la política de rebajas en el campo. Crea incertidumbre, desilusión y una paralización en la economía rural, en el empleo, en las cuestiones sociales, en la incorporación de los jóvenes; frena las distintas alternativas de cultivos y el futuro de una región eminentemente agrícola.

Por lo tanto, desde este espacio seguiremos pidiendo unas rebajas comerciales para adquirir unos productos a mejor precio, pero siempre estaremos totalmente en contra de esas rebajas agrarias que hunden más la economía de nuestro maltrecho sector agrícola y ganadero.