Un profesional que vive exclusivamente del campo tiene el triple de probabilidades de ver recortadas las ayudas PAC que recibe por culpa de la modulación que aquel para el que mantiene una agricultura como complemento a los ingresos procedentes de otro tipo de actividades profesionales o a una pensión de jubilación, tal como denuncia ASAJA de Castilla y León.

Un profesional que vive exclusivamente del campo tiene el triple de probabilidades de ver recortadas las ayudas PAC que recibe por culpa de la modulación que aquel para el que mantiene una agricultura como complemento a los ingresos procedentes de otro tipo de actividades profesionales o a una pensión de jubilación, tal como denuncia ASAJA de Castilla y León.

A esta amarga conclusión se llega tras analizar los datos regionales de la última campaña PAC, la 2002-2003, en los que se aprecia que mientras que sólo el 21,2 por ciento de los que no son agricultores a título principal (ATP) sufrirán el recorte de hasta el 5 por ciento al que obliga la modulación contenida en la reformada PAC, porcentaje que se multiplica por tres, exactamente hasta el 56,1 por ciento, en el caso de los verdaderos ATP.

Según apuntan estas recientes estadísticas del periodo 2003, el modelo de modulación tan defendido por otras organizaciones agrarias, como Coag y UPA, que consiste en recortar las ayudas a los productores que perciben más de 5.000 euros de ayudas PAC, beneficia notablemente a los mayores competidores de los agricultores profesionales, los jubilados y aquellos que trabajan en otros sectores y que siguen manteniendo la titularidad de tierras.

Tal como se aprecia en estos datos, en el tramo de productores que perciben menos de 5.000 euros, predominan los no profesionales (el 66,1 por ciento del total) frente a los profesionales (33,9 por ciento). A partir de 5.000 euros, la proporción se invierte, y el 72 por ciento vive de la agricultura.

Otro apunte curioso a cerca de estos datos oficiales de la pasada PAC, facilitados por la Consejería de Agricultura y Ganadería, es la progresiva desprofesionalización de nuestro campo: suman ya 42.156 los no ATP, frente a los 38.838 profesionales, un número que disminuye progresivamente, y que sólo en un año se ha reducido en 2.000 efectivos. Hay que recordar que, para ser ATP, el agricultor debe garantizar que percibe más del 50 por ciento de sus ingresos del campo, y que dedica igualmente más de la mitad de su tiempo a esta actividad.

ASAJA entiende que estos datos hablan por sí mismos y responden con contundencia a aquellos que defendieron con tanto tesón la modulación. “Todavía no entendemos por qué ni a quiénes querían favorecer con ello –subraya la OPA–. Lo que sí tenemos claro es que han conseguido perjudicar al conjunto de profesionales de Castilla y León”.