Celedonio Sanz Gil. Periodista y articulista agrario

Antes de empezar la cosecha, cuando casi todavía están engrasando las cosechadoras, ya se puede decir que el sector del cereal volverá a vivir una campaña crítica. Este año habrá buena cosecha. Las lluvias han sido benignas y la producción cerealista puede crecer por encima del 25 por ciento en Castilla y León y hasta un 20 por ciento en el total nacional. Pero estas previsiones parecen una condena para los agricultores.

A mediados de mayo el precio del trigo en el enlace de campañas bajó de 20 céntimos kilo y se encendieron todas las alarmas para dar la bienvenida al nuevo grano. No son las típicas quejas que se achacan desde siempre a los hombres del campo. Es la realidad tozuda que se puede comprobar con las facturas en la mano. Las cuentas no salen. La subida de los costes de producción se ha ralentizado este año, pero sus precios siguen disparados: semillas, fitosanitarios, fertilizantes, maquinaria, energía… El coste de cultivar una hectárea en secano supera los 800 euros y en regadío la inversión puede subir hasta los 2.200 euros. Esto supone que, con un precio de 22 céntimos por kilo, y ya parece mucho, sería necesario un rendimiento superior a los 3.500 kilos por hectárea en secano, simplemente para cubrir gastos, y en regadío necesitarían más del doble.

En muchas ocasiones los productores se ven obligados a vender a pérdidas. Los industriales y los almacenistas se saltan a la torera la Ley de la Cadena Alimentaria y a nadie parece importarle. Aunque con estas cuentas en las estadísticas del Ministerio de Agricultura harán rosarios y verán como les sale un tremendo incremento de la renta agraria que, en realidad, no hay por dónde cogerlo.

Los analistas internacionales, como casi siempre en estos casos, no se quieren pronunciar sobre la evolución de los precios. Las industrias parecen haber paralizado las compras en estos momentos. Han llevado a sus almacenes las existencias necesarias para los meses de mayo y junio pero nadie se atreve a realizar nuevas ofertas a futuro y esperan adquirir alguna ganga antes de que lleguen los calores. No obstante, hay varios aspectos que conviene destacar.

Esta situación de precios hundidos en el cereal puede ser beneficiosa para el sector ganadero. En la ganadería el pienso, el alimento de los animales, supone más del cincuenta por ciento de sus costes de producción. Con grano nacional, de calidad y a buen precio, disponible las fórmulas de los piensos deben variar para darle cabida.

Con todo ello, España redujo sus importaciones de cereal el pasado año en más del 27 por ciento, después de una buena cosecha. En la UE no parece que la competencia vaya a ser intensa. En Francia y Alemania apenas habrá variaciones en sus cosechas, mientras se prevé un descenso importante en los países bálticos, donde han hecho estragos las inclemencias meteorológicas, desde las inundaciones a la sequía. Es lógico pensar que si la producción actual vuelve a ser buena las compras en el extranjero se reduzcan de nuevo y el grano nacional vuelva a ganar mercado en el territorio interior, y con ello que la mayor demanda impulse los precios o, al menos, impida una persistente bajada.

Pero la cosa no será tan fácil, ya que en los mercados internacionales hay factores que juegan en contra:

-Sigue llegando grano de Ucrania sin aranceles, porque la guerra en esas tierras no se detiene, y no parece que nadie cuestione su calidad.

-El precio de los fletes de los transportes internacionales ha sufrido una caída del 7 por ciento en el último ejercicio y se prevé que sigan a la baja por el recorte en el precio de los carburantes y el exceso de oferta en el sector naviero.

-La cosecha en China parece que también será buena, aunque el oscurantismo de su Gobierno no permita acceder a datos concretos. El gigante asiático puede reducir sus compras en torno al 30 por ciento sobre los meses anteriores.

Con todo esto, habrá bastante grano en el mundo buscando un comprador y las cotizaciones de la mercancía extranjera, puesta ya en puerto español, serán muy competitivas.

Son las cosas de este mundo cada vez más internacionalizado, a pesar de que algunos como míster Trump, el presidente de EE. UU., quieran volver a renacionalizarlo. Ahora, en la era de cualquier pueblecito habría que mirar a Ucrania a Rusia a Brasil a China a India o a cualquier otro país antes de concertar la venta del grano.

Por eso cada vez es más necesario que el sector productor una su oferta. No puede ser que una gran parte del cereal se siga vendiendo por montones en la era al primer señor que pasa por allí como hace cien años, simplemente para ahorrarse molestias. Hay que potenciar al agricultor profesional, en el cultivo, en el cobro de las ayudas y también en la venta de su producción.