José Antonio Turrado. Secretario General de ASAJA Castilla y León

Siendo cierto que en esta sementera está costando más llenar el depósito de gasóleo del tractor, y que sobre todo está costando más abonar las parcela con el complejo químico que a cada uno nos gusta utilizar, no es menos cierto también que los elevados precios de los cereales y de los cultivos oleaginosos abren unas expectativas nunca vistas de cara a recoger y vender, dentro de diez meses, lo que ahora sembramos. Con una visión optimista, habría que pensar que malo será que los cereales vuelvan a caer a esos niveles medios de 180 euros por toneladas, y menos todavía que se desplomen incluso por debajo de los 150 euros, pero lo cierto es que, hoy en día, no hay datos sólidos que permitan hacer una apuesta más o menos segura sobre qué cotizaciones tendremos cuando de nuevo entren las cosechadoras en el campo. Lo que sí es cierto es que esta campaña empieza con más gastos, unos porque nos los imponen las multinacionales que nos venden los productos, quizás porque a ellas también le suben los costes en el proceso de fabricación a causa del alza de la energía y las materias primas, y otros porque nos los suben nuestros parientes más cercanos, dueños de la mayoría de las fincas que trabajamos. Estos propietarios que llaman a nuestra puerta para subirnos las rentas y pedirnos millonadas a la hora de vender no siempre son “ellos”; otras veces somos nosotros, los propios agricultores, los que les incitamos a que resuelvan el contrato con nuestro vecino para dárnoslo a nosotros.

Lo que vendemos nosotros puede bajar casi de un día para otro, pero lo que necesitamos para producir no es fácil que se estabilice o que baje de la noche a la mañana, por lo que nos abocamos a una nueva campaña de siembras que va a ser incierta. Incierta en las producciones, como siempre, pero sobre todo incierta en la rentabilidad, al haber un amplio margen en el que moverse los precios. Y por si fuera poco, se irán sabiendo poco a poco todas y cada una de esas cuestiones que esperamos conocer de la nueva PAC, lo que también será motivo de especulación por parte de arrendadores y de arrendatarios.

No estamos ya en los tiempos de pedir cierres de fronteras y precios intervenidos, pero sí de pedir medidas de política agraria que estabilicen los mercados para que no haya tantos altibajos que no benefician al profesional del campo, y de pedir una intervención en el mercado de la tierra que favorezca al profesional, como ya se ha hecho en otros países de nuestro entorno. Porque, si el Gobierno cree que lo de los arrendamientos de los pisos está desmadrado, es que no conoce cómo está lo de los arrendamientos de las tierras.