Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA Castilla y León

Durante bastantes años, en las reuniones de seguimiento sobre sanidad animal la tuberculosis y la brucelosis concentraban todas las preocupaciones y esfuerzos. Hoy, aunque siguen presentes, y en especial la tuberculosis esquiva una y otra vez el objetivo de ser erradicada, es rara la campaña que no sumamos una nueva enfermedad. Hace un par de años fue la EHE, que barrió de sur a norte la cabaña de bovino de toda España. Y ahora nos toca la dermatosis nodular contagiosa, aunque esta vez el punto de partida ha sido el inverso, puesto que donde se han concentrado los focos -por el momento, y esperemos que siga así- ha sido en Gerona. A estas enfermedades “nuevas”, hay que sumar las que no lo son pero que periódicamente intensifican su virulencia. La lengua azul, por ejemplo, o últimamente dos viejas conocidas, como son la gripe aviar y por último la peste porcina africana (PPA), durante muchos años erradicada y hoy otra vez de triste actualidad.

Hoy por todo el planeta circulan mercancías y personas rápidamente. La elevación de las temperaturas, con un verano que se alarga en el otoño y en la primavera, tampoco ayuda. Para las enfermedades no hay fronteras. La EHE o la DNC viajan tranquilamente en un camión, alojadas en un mosquito, por ejemplo. La experiencia de lo vivido con el Covid hace a las autoridades ser muy cautas al respecto, y hace mucho que no se arriesgan a prometer que erradicarán enfermedades rápidamente y al cien por cien. Da la impresión de que se conforman con que pasen rápido y con las menores pérdidas posibles. Cerrar las fronteras en algún momento puntual puede servir, pero no como sistema, puesto que nuestra propia ganadería es hoy fuertemente exportadora. Lo que necesitamos es que nuestra cabaña conserve su buen estatus sanitario, que nos permite que hoy España sea la séptima potencia mundial en exportación de alimentos. De ahí la importancia de la prevención, la de todos y cada uno de los ganaderos, porque si el sistema falla, perjudicará a todos.

Con este escenario, España y el resto de países europeos, coordinados por la propia Unión Europea, tienen que prepararse para amortiguar lo que venga. Lo primero, hay que proteger la salud de las personas. En este sentido, es importante tranquilizar, porque la mayoría de estas nuevas enfermedades, como es el caso de la PPA, no se transmiten al ser humano. La gripe aviar es, como indica su nombre, una gripe, son los propios ganaderos, que son los que están junto a los animales, los que toman precauciones.

Lo segundo, hay que garantizar la alimentación de la población, y para ello asegurar que los productos cumplen todas las garantías sanitarias, como así es. Y en tercer lugar, hay que proteger al sector productor, porque donde está el principal daño de estas enfermedades es en las pérdidas que causan en la cabaña ganadera. No es nada fácil para un ganadero tener afrontar el vaciado sanitario de su explotación, perder a todos sus animales, una medida preventiva que se adopta cuando una sola res presenta síntomas. Las precauciones son máximas, y es positivo para el sector en su conjunto y para la sociedad, pero es un golpe muy grande, profesional y personal, para el ganadero afectado, al que hay que ayudar para que sufra los mínimos perjuicios económicos.

Por último, una reflexión. Las noticias sobre alimentación, como es lógico, impactan mucho a la población. Los tertulianos lo saben, y a veces, por falta de información se crea alarma y confusión. España es el primer productor europeo de carne de pollo, y uno de los primeros en huevos. Es un sistema de producción intensivo y muy profesional, como el del porcino, en el que se trabaja cada día con medidas de bioseguridad máximas. Basta con imaginar qué hubiera ocurrido si todas las gallinas estuvieran en un espacio abierto: hoy no quedaría una docena de huevos en toda España. También hay que aclarar que los casos hasta ahora surgidos no justifican que se disparen los precios, aunque ya sabemos por experiencia que, a río revuelto, ganancia de la distribución.