Zapatero se reúne con los agricultores, pero sólo con los suyos

No es casualidad que por segundo año consecutivo Zapatero diga que se reúne con los agricultores, y que sean los mismos. No es casualidad porque es fruto de una política sectaria de reunirse sólo con los que le aplauden sin fisuras todas sus decisiones, sean buenas o malas.

Se ha comunicado de Moncloa que el 3 de septiembre el presidente Zapatero inicia el curso político con sendos mítines con los mineros de Asturias y León en Rodiezmo y con los agricultores en un robledal a las afueras de la capital leonesa. Uno no entiende muy bien eso de recibir a los agricultores a pie de asfalto, salvo que hagamos bueno el dicho de que muchos de los pisos del polígono de Renueva –al lado del Monte San Isidro, donde está prevista la romería de Zapatero– los han comprado los agricultores con las ayudas de la PAC. Yo pienso que más bien se debe a que montando el sarao en la capital, y siendo la estrella invitada el presidente del Gobierno, está asegurado el éxito que siempre exigen los asesores de Moncloa. En los pueblos el recibimiento podría ser menos caluroso.

No es casualidad que por segundo año consecutivo Zapatero diga que se reúne con los agricultores, y que sean los mismos. No es casualidad porque es fruto de una política sectaria de reunirse sólo con los que le aplauden sin fisuras todas sus decisiones, sean buenas o malas, y que ya la puso en práctica cuando perfiló el equipo que rige los designios del ministerio de Agricultura, poniendo en cargo de relevancia al hasta entonces secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores. Cuando Zapatero se reúna con los agricultores el 3 de septiembre, tendrá que saber que se está reuniendo con los representantes y afiliados de la organización agraria minoritaria en España, minoritaria en Castilla y León, y minoritaria también en León, donde ASAJA le ha sacado dos cabezas en los dos comicios electorales a Cámaras Agrarias que se han celebrado. Y tendrá que saber que hay una parte de la sociedad agraria de León y de Castilla y León que piensa de forma muy distinta a como piensa la UPA y sus dirigentes, y a la que el presidente del Gobierno tiene la obligación de escuchar, aunque no le agrade.

La mayoría de los agricultores y ganaderos de León y de Castilla y León no comparten la política que se está llevando a cabo en el sector lácteo, que saquea a nuestra región en beneficio de otras como Galicia. Estamos en absoluto descuerdo con la incautación de las ayudas a las que tenemos derecho, que nos llegarán mermadas por la aplicación del artículo 69 del reglamento de la PAC. No compartimos el pasotismo a la hora de abordar el problema de los altos precios del gasóleo y los fertilizantes, y nos parecen migajas las medidas que se han puesto en marcha para mitigar los efectos de la sequía, una sequía a la que jamás se pondrá remedio con la política hidráulica de este Gobierno. La mayoría de los agricultores de Castilla y León no aplaudiremos más promesas de Zapatero después de ver cómo no se ha comprometido con la negociación de la OCM del azúcar. Pero sin duda alguno habrá de la UPA que se pegue por estrechar su mano, aunque mañana se arruine, cuando la remolacha no sea rentable.

Es probable que en su reunión con agricultores de la misma cuerda, preparada para salir en los telediarios, siga prometiendo medidas de política agraria que gestione una ministra que después de un año sigue sin entender una pizca de esto. Es probable también que no mencione el documento oficial en el que se propone suprimir el Régimen Especial Agrario de la Seguridad Social en dos años, que no diga nada sobre las promesas incumplidas en materia de regadíos, y que por el contrario siga haciendo gala de talante y más talante. Un talante que significa reunirse con los amigos, repartirse el pastel, e ignorar a quienes no son sus acólitos.

La cita de Zapatero con los hombres del campo sería algo bueno si surgiese de nobles sentimientos y no de intereses políticos. Sería bueno si fuese un encuentro plural en el que se respetasen todas las formas de pensar y ver los problemas del campo. Y sería algo bueno si de verdad en dicha cita se adquiriesen compromisos de Gobierno serios para afrontar los muchos problemas que tiene cada día nuestro sector. A falta de esto, la cita de Zapatero en el robledal del Monte San Isidro, de la capital leonesa, será un sarao más, organizado escrupulosamente desde el poder para recibir abrazos y complacencias. A buen seguro, como en otras ocasiones, no faltará la foto de una campesina colgándose del cuello de Zapatero para estamparle el más sentido beso. Lástima que no aproveche para preguntarle por la pensión de miseria que le quedará el día de mañana.

Y sobre el papel de la Unión de Pequeños Agricultores haciendo de teloneros del presidente Zapatero, abrazando por las esquinas a sus cargos públicos, y defendiendo todas sus actuaciones en política agraria, poco nos toca decir, pues no somos quiénes para inmiscuirnos en las decisiones de otros; en todo caso, serán los agricultores y ganaderos los que tomen buena nota. No obstante hechos como éste dan la clave para entender las dificultades que tenemos las organizaciones agrarias para defender posturas comunes, y es que ante ataduras políticas tan sólidas es difícil que prevalezcan los intereses profesionales.

Valladolid, 19 de agosto de 2005

* José Antonio Turrado es secretario general de ASAJA de Castilla y León