«Contaminadores, maltratadores de animales y culpables de la muerte de Manolete»

Marzo|Abril 2021 |PARA LOS QUE nos dedicamos a la profesión más antigua del mundo, la agricultura y ganadería, ya se ha hecho normal tener que justificar el desarrollo de una actividad que produce los alimentos para toda la sociedad. Y, si eres de los países desarrollados, más aun; pero si eres de Europa, ya no tienes escusa. Eres un contaminador en potencia, maltratador de animales, destructor de los bosques, incentivador de la obesidad mundial, provocador de la desertización, principal causante del cambio climático y, creo que confirmado ya, culpable de la muerte de Manolete.

El lavado de cerebro somete a la sociedad, amparados en los mismos grupos extremistas, ésos que proclaman la salvación de la humanidad gracias a sus gestiones en pro de ésta. En otras palabras: complican la vida a los que sí desarrollan acciones en beneficio del conjunto de los ciudadanos, como por ejemplo, a los productores de alimentos.

“La carne no carne de Bill Gates y la de los patrocinadores del Madrid, despreciables campañas”

Todo esto está generando que aquellos que se han enriquecido a consta del conjunto de los mortales, pero, sobre todo, los que no tienen nunca en cuenta el perjuicio de sus acciones para el resto, ahora, han encontrado el filón para seguir haciéndolo bajo ese paraguas. Ejemplifico: la producción de un producto bajo el nombre de carne (carne sintética o carne vegana) por parte de Bill Gates. O la eliminación de las carnes de origen animal de las dietas de determinadas instituciones, como el Real Madrid.

El primero, el señor Gates, está aprovechando su todopoderosa imagen y posición mediática, haciendo uso de sus inexistentes conocimientos científicos, para convencer a el mundo (al mundo rico, claro) de que la salvación del planeta pasa por dejar de comer carne de animales y degustar otros productos; productos que también llama ‘carne’, mal llamada, y que no es otro invento más que un cultivo de células extraídas de animales vivos y posteriormente cultivadas en laboratorio, producto 0 % natural. La otra opción, las carnes veganas; un compuesto de productos de índole vegetal con forma de hamburguesa, aliñadas con colorantes y saborizantes, que se pueden hacer pasar por ‘carne’: el ‘pienso para humanos’.

Con estas dos opciones que sólo pueden pagar los países ricos (los pobres que sigan comiendo carne buena…), pretenden que se reduzca la cabaña ganadera, especialmente la de vacuno y argumentan que esta actividad es la causante de una gran parte de los gases efecto invernadero.

Es cierto que los rumiantes producen metano, uno de los principales gases causantes del mal llamado efecto invernadero, que, tras un periodo de diez años en la atmósfera y un proceso de oxidación, se convierte en Dióxido de Carbono (CO2), que junto con el Vapor de Agua (H2O), Metano (CH4), Óxido Nitroso (N2O) u Ozono (O3), son los principales gases de efecto invernadero. El metano de los rumiantes es tan solo uno de los gases causante del efecto invernadero.

Paradójicamente, el CO2 es el gas de la vida, el que necesitan las plantas para realizar la fotosíntesis, por lo tanto, a medida que éste se incrementa, favorece la regeneración de masa forestal, tal como lo demuestran los estudios publicados por la NASA; aquellos que dicen que, en las dos últimas décadas, el planeta a reverdecido un 10 % y, en el caso del desierto del Sahara, se ha reducido en 700.000 hectáreas la superficie desértica.

Con estos datos, la única justificación de atentar contra las producciones de carne se encuentra en el interés de unos pocos para desarrollar su negocio, a costa de los que sí aportan beneficios para la naturaleza.

Es igual de interesada y despreciable la campaña iniciada por el Real Madrid, en pro de su nuevo patrocinador, Meatless Farm, marca de carne vegana, que fomenta su consumo en perjuicio del sector ganadero, en muchos casos, fieles seguidores de esta marca deportiva.

En ambos casos, entiendo que disfrutan de una solvencia económica suficiente para no tener que atentar contra un sector esencial, un sector que le cuesta salir adelante y un sector que, por mucho que se empeñen en justificar lo injustificable, crea riqueza en donde nadie lo hace: en el medio rural; y conserva y protege la naturaleza mucho más que todos éstos.