«El año en que perdimos la oportunidad de Salamaq»

Septiembre 2020 |CUALQUIER OTRO AÑO, en este momento, estaríamos haciendo un repaso de lo que nos habría deparado la feria agraria más importante de España, Salamaq. Sin embargo, no lo podemos hacer por las desgraciadas circunstancias que nos acompañan desde hace ya siete meses; fecha en la que nos dimos cuenta que la pandemia también era cosa nuestra, no solo de los pobladores de China.

En esta provincia, la falta de este evento nos deja un vacío. Nos falta ese sitio de encuentro con nuestros colegas de profesión, ese lugar donde comparamos las prestaciones de las máquinas y sus precios —de cara a posibles renovaciones—, donde admiramos la mejora genética de tantas ganaderías —a base de mucho esfuerzo de ganaderos que demuestran lo que se puede lograr cuando le pones pasión a tu trabajo—.

Nos quedan pendientes esas jornadas técnicas, tan importantes para estar al día de un sector tan cambiante; esas empresas que nos muestran tecnologías nuevas y sistemas innovadores de producción, a los que nos tenemos que sumar si queremos seguir compitiendo en un mundo cada vez más global.

Y, ¡como no!, nos faltan esas compras de los productos resultantes de las materias primas que producimos en este sector: chorizos, hornazos, jamones, lentejas, garbanzos y un largo etcétera.

En cuanto a nuestra organización, echaremos de menos esas largas jornadas. Aunque no lo parezca, son días agotadores; sin embargo, los echáremos de menos… no por el cansancio, sino por la cercanía con nuestros socios, ya que es la oportunidad que les surge a muchos de los nuestros para trasládanos un problema o una sugerencia.

En la actualidad, sólo queda desear que todo este mal sueño pase cuanto antes y que, el próximo año, nos encontremos en Salamaq, con mejor genética, más innovación, y que estemos todos.

Desde estas líneas, quiero mostrar mi apoyo a la Diputación de Salamanca; ya que siempre lo ha dado todo por y para este evento, bandera del sector agrario.

Este año, todos estamos sacrificando demasiado. Excepto la clase política, que podría reducir costes

Lo cierto que, en este año, todos estamos sacrificando demasiado. Y, cuando digo todos, me refiero no solo a nuestro sector, sino a toda la sociedad en general; todos los trabajadores, todas las empresas, los agentes del orden, personal de enfermería, nuestros mayores, nuestros colegios, el motor económico nacional, el turismo… con la hostelería agonizando y con un agujero en la economía del país del que nos costara salir.

¡Corrijo! Todos sacrificamos menos un sector: el político. Quizás no proceda que utilice esta carta para hacer esta crítica, pero con todo lo que tenemos encima y la tendencia que, lamentablemente, está cogiendo nuestro sector, no puedo no hacerla.

Todo el país está haciendo un sacrificio sin precedentes. Hemos asistido a muestras de solidaridad de quien podía hacer algo por los demás; donaciones, ayudas a necesitados, cerrar negocios por el bien común, producir a pérdidas… pero no hemos visto a nuestros políticos rebajarse el salario. Ellos sí que tienen margen para reducirse el jornal. Si no estoy mal informado, hasta están cobrando las dietas de los días que no han asistido a las sesiones. Seguimos con 23 ministerios y su multitud de directores, consejeros, asistentes y chóferes. No puedo entender que se mantenga a tanto mangante y que nos quedemos impasibles. Se están riendo de nosotros.

En los próximos meses veremos cómo toca auxiliar a muchas empresas y familias, pero no se recortara el gasto político; se apretará más a los pocos que queden con actividad, haciendo esta situación cada vez más insostenible. Entre los que tendrán actividad, esperemos, estar la mayoría de los agricultores y ganaderos. Habrá demanda de nuestro producto, pero cada vez a un precio más bajo. Sin una economía fuerte, no conseguiremos que se nos compense nuestro trabajo ni nuestros costes de producción y, lo que es peor, hay pretensiones de que soportemos más impuestos.

Una cosa está clara, en la mayoría de sectores agrarios ya no hay margen para más costes. Sin embargo, se podía probar a reducir los gastos del Estado, por ejemplo, reducción de políticos, asesores, etc.