Pedro Barato: “Una cosa son las grandes cifras macroeconómicas del ministerio de Agricultura  y otra la realidad del campo, que por desgracia es bien distinta”

No nos hagamos trampas en el solitario; la realidad del sector agrario español no es la que refleja el indicador de renta agraria presentado esta semana por el ministerio de Agricultura. Los productores agrarios que han logrado sobrevivir a este aciago 2020 atraviesan serias dificultades para mantener a flote sus explotaciones porque la rentabilidad de buena parte de las producciones está bajo mínimos. Otros se han quedado por el camino, alrededor de 35.000 trabajadores por cuenta ajena y más de 2.500 trabajadores por cuenta propia han abandonado el sector. Hablar, por parte del ministerio, de  crecimiento de la renta agraria, obviando todo lo demás, es cuando menos osado y tremendamente desafortunado.

Solo el impacto de las subidas del Salario Mínimo Interprofesional en los dos últimos años, que ha incrementado en un 27,9%  los costes salariales, ha supuesto que más de 33.000 trabajadores del campo pasen a engrosar las listas de desempleados ante la imposibilidad de los agricultores de asumir mayores cargas económicas. Pero este aumento de los costes no es el único, además debemos añadir aquellos otros derivados de la aplicación de las medidas de protección anti-COVID, sobre todo en lo que concierne a las campañas de recolección de fruta, vendimia y olivar. Estos incrementos de costes de producción, unidos a unos bajos precios en origen, han dado como resultado el cierre de un número importante de explotaciones y las que han quedado lo hacen en muy difíciles condiciones.

El cierre del canal HORECA ha supuesto  un auténtico mazazo para sectores productivos como la ganadería, en especial el ovino, caprino y cerdo ibérico inmersos en una situación tan crítica, al quedarse sin mercado para sus producciones, que el propio ministerio tuvo que  poner en marcha unas ayudas adicionales para socorrer a los ganaderos. El vacuno, tanto de carne como de leche, no corre mejor suerte. El hundimiento de precios y las dificultades de comercialización son un problema común. En vacuno de leche el problema es endémico, el número de ganaderos cae de forma recurrente, en 10 años se ha pasado de 24.000 ganaderos a tan solo 14.000,  pese a ser España un país deficitario en leche.  

Otras producciones seriamente damnificadas por el cierre de la restauración han sido el vino y el aceite de oliva.  En el caso del primero la situación es preocupante: a las pérdidas económicas derivadas de la ralentización de las exportaciones y del cierre del canal HORECA se suman unos precios que en la última vendimia que se sitúan, en todas las zonas productoras, por debajo de los costes de producción. En aceite de oliva, el propio MAPAMA reconoce que ha sido un mal año. A la mala cosecha 2019/20 le acompañan, contrariamente a lo esperado, niveles de precios en origen por debajo de los 2euros/kg (incluso para los aceites de más calidad). Además los productores han tenido que soportar las consecuencias de unas penalizaciones injustas en las exportaciones a Estados Unidos. Todo ello, ha situado a buena parte de las explotaciones de olivar en pérdidas y haciendo peligrar su continuidad.

En futas y hortalizas, y con la excepción de los cítricos, los precios en origen se han mantenido o incluso han bajado respecto a otras campañas (especialmente reseñable es la crisis de precios en ciruelas y en frutos secos como la almendra). En las hortalizas, los precios se han mantenido (caso de Murcia) o han cotizado al alza (Almería) pero los costes para el productor se han incrementado de forma significativa por la aplicación de la medidas de seguridad ante la pandemia. El resultado es que la renta agraria para los productores de hortícolas bajo plástico ha descendido respecto a la pasada campaña.  

Por último, mención obligada si hablamos de bajos precios es la referida al sector de los cereales. Los agricultores cerealistas han visto recortados sus precios medios de venta en un 15,74 %  este año, según datos oficiales del propio ministerio de Agricultura. Esta caída de precios se agudiza aún más si la comparativa es a 10 años. Respecto a los precios de 2011 el recorte es del 18,5%. La baja o nula rentabilidad de los cereales ha hecho que este sector pierda año tras año superficie de cultivo (se pasa de 7.7 millones de hectáreas en 1989 a 6 millones en 2020), mientras que en cereales, al igual que en leche, seguimos producimos por debajo de nuestras necesidades de consumo, por lo que este año vamos a importar 14,7 millones de toneladas de grano, tras haber producido 23 millones en nuestro país.

En suma, los principales sectores productivos de la agricultura española arrojan datos negativos de rentabilidad en 2020. Resulta paradójico que el ministerio anuncie una subida de la renta agraria de más del 4% con la situación que vive el sector. Esta subida choca además, con las cifras de países de nuestro entorno europeo en los que también se han producido caídas de renta agraria del 13,3% en Alemania; el 6,6% en Francia o el 5,9% en Italia.