Eurodependientes

Junio 2022 |ME CUESTA CREER que nuestros gobernantes europeos no viesen venir la crisis alimentaria en la que estamos entrando en el mundo. Sí puedo entender que no lo intuyeran las Montero, Garzón o Teresa Ribera, pues se rigen solo por ideología, lo que le suceda a la ciudadanía, como dicen ellos, les importa un carajo. Lo venimos anunciando desde hace mucho tiempo: el sector agrario se está desmantelando en Europa y sin él estamos a merced de quien se digne a proporcionarnos los productos que demandemos, pero al precio que quieran y cuando quieran —claro, si quieren—. Desafortunadamente, el loco de Putin le tiene cogida la medida a Europa. Dependemos de su petróleo, gas y principal materia prima para la alimentación: el cereal. Que no se equivoque la sociedad: del cereal no solo salen las pastas o el pan, como creen los urbanitas; sin cereal no hay leche, ternera, ni salchichas, ni ‘nuggets’, ni pizza.

En este momento, se están desestabilizando las economías mundiales. La retención de 20 millones de toneladas de trigo en Ucrania, parece insignificante, pero así es y el problema está por llegar. Cuando los países subdesarrollados se encuentran siempre con gran déficit de alimentos, en el momento actual nos encontraremos desastres humanitarios por grandes hambrunas. Y, mientras este problema sigue acrecentándose, nuestros europeos siguen a lo suyo: políticas verdes para los nuestros, más protección al lobo, más chiringuitos y, en el resto del mundo, a producir de cualquier manera. Cada vez será más complicado revertir la situación del sector agrario en nuestro país, sin relevo generacional, con cada vez más limitaciones y con los costes de producción disparados. No conseguiremos reconducir la situación. Es imposible que, en España, con las producciones de cereal en secano por debajo de los 3.000 kilos en la hectárea, podamos competir con las que tiene el resto de Europa, con producciones como la de trigo en Irlanda, con 9.880 kg por ha; o Francia, con 6.980; o la media de Europa de 5.730. Para corregir estas desigualdades tendríamos alternativas que, principalmente, pasarían por impulsar los regadíos, pero a nuestra ministra de Transición no le convence y nos condena a no producir y al resto de la sociedad a comer mucho más caro.

La población mundial sigue creciendo. En el 2017, era de 7.550 millones de personas. Se prevé que en 2030 sean 8.551 millones; en 2050, 9.773; y, en el 2100, 11.184 millones. La superficie productiva no crece, o se reduce como está pasando en Europa. A mi entender, no están preparando al planeta para alimentar a todas esas personas, y menos los listos de los europeos, que no permiten ni utilizar la tecnología de los transgénicos para conseguir mejores producciones. Decía el refrán: “Mal camino no puede ir a buen lugar”. Y eso es lo que nos está pasando en Europa. Con estas políticas en contra del que nos da de comer, lo que va a suceder es que seremos más dependientes de los próximos Putin, porque los habrá.