Enero 2020 | CERRAMOS UN AÑO marcado por la inestabilidad política en nuestro país y que para el sector agrario ha sido muy negativo.

Negativo al ser un sector intervenido a efectos de mercado, con acuerdos comerciales que regulan el valor de venta de nuestros productos, con las limitaciones productivas medioambientales, con costes de producción al alza, con competencia desleal de terceros Estados, con la invasión de productos ausentes de trazabilidad y garantías sanitarias.

El panorama es de una Europa más fragmentada que nunca: los ingleses, marchándose —y no solo con lo puesto—; guerras arancelarias en las que siempre nos pillan en medio. Aparecen en escena ‘maravillas alimentarias’ surgidas de la nada y en forma de carnes altamente saludables dispuestas a acabar con la producción de las de origen animal, o productos de laboratorio que nos colocan en una estampa futurista que, por lo pronto, solo unos pocos pueden ver. Éstos, además, están dispuestos a lanzarlo al consumidor sin la experiencia de los resultados de su consumo en el organismo humano.

Cerramos un año en el que quieren dejar claro que la culpa del calentamiento global y, en consecuencia del cambio climático, parece ser única y exclusivamente del sector primario.

Finalizamos otra sequía, otro año sin producción, otro año vendiendo por debajo de costes los corderos, la leche, miel, cítricos, cereal, remolacha… Incluso lo que parecía que funcionaba regular, este año no ha sido así: el bovino en caída libre, las granjas de porcino sin licencia, las gallinas fuera de las jaulas, los glifosatos agonizando, los neonicotinoides se acabaron y los antibióticos… no nos dejan usar ni los necesarios y, además, con recetas imposibles.

Acabamos el año de la España vaciada, de las mil y una soluciones, de los pueblos que ya no son, de comercios cerrados, teleclubs olvidados, iglesias sin curas y centros médicos sin médicos, de carreteras en las que no pueden circular los vehículos y de Internet, wifi, emisoras de radio y televisión del pasado.

Éstos han sido los doce meses de los buitres felices, de corzos en mi huerto, cabras por las viñas, o lobos ‘cuidando’ a las ovejas y, ¡cómo no!, jabalíes aricando el sembrado o el prado y haciendo recortes en la carretera. Conejos fuera de sus autovías, meloncillos abriéndose camino entre la poca fauna ibérica, pero, tranquilos, que también tenemos agentes medioambientales que nos quitaron las ganas de limpiar las fincas y de arreglar las encinas o el roble. Es mejor dejar la escoba, que crezca la jara, el piorno o las zarzas,. Es mejor así. El fuego será más lúcido…

Al nuevo Ejecutivo, le pido sensatez porque con las cosas de comer no se juega

También este año empezamos a ver soluciones de manos de quien corresponde ponerlas a disposición de nuestro denigrado sector. Soluciones que no han sido fáciles ni lo serán, pero se han dado los primeros pasos: poner en cada sillón a políticos competentes. Este año ha sido el año de las elecciones, nuevos alcaldes o presidentes autonómicos, con sus consejeros y directores, con sus delegados territoriales o jefes de servicio. Ya están todos. Ahora, toca que nosotros entendamos que están a nuestro servicio, aunque, según nuestro parecer, es que somos nosotros los que les servimos a ellos.

Lo importante es que ya tenemos Gobierno de verdad en España. Digo de verdad porque es un Gobierno donde mandara quien tiene que mandar; desde el punto de vista de alguien de Castilla y León y que se dedica al sector primario. Mandarán comunidades autónomas ajenas a la mía, con unos intereses que nada tienen que ver con que suba el trigo o valgan más los terneros. Pienso esto porque este Gobierno está sustentado por unos ideales extremistas (llámese Pacma); en el que uno de sus pilares es abolir la tauromaquia, abolir el consumo de leche animal, que ya no podremos violar a las gallinas, que tendrá más derechos el perro que morderá a mi vecino que el vecino en sí.

Por todo lo anterior, pido al nuevo Ejecutivo,sentido común a la hora de legislar. Nuestro sector pende de un fino hilo, todo lo que se ha conseguido en seguridad alimentaria puede pasar a un segundo plano, sean sensatos porque con las cosas de comer no se juega.