Mayo 2021 |EN NUESTRA SOCIEDAD, cada vez somos más independientes. La velocidad de la vida, el trabajo, los planes futuros, los hijos o hacer cuadrar nuestros deseos con la realidad nos hace ser totalmente autónomos. Y eso se nota aún más en nuestro sector y nuestros pueblos. Cierto es que, en muchos casos, no queda gente ni para discutir, pero a los pocos que quedamos nos arrastra la prisa, la distancia o la mentalidad urbanita. Estamos en la sociedad de las redes sociales, ‘los Facebook’, ‘los Twitter’ o ‘los WhatsApp’. En un aparato electrónico, cada vez más pequeño, tenemos a todos nuestros amigos, compartimos momentos, damos y recibimos apoyos, pero la realidad es que, ahí dentro, no hay nadie. No están los amigos, los que te ayudan, los que siempre estaban, con los que te juntabas ante cualquier evento o desgracia, o los vecinos de cualquier pueblo —cuando había vecinos, claro—.

Añoro con cariño la unión en las fiestas de los pueblos, cuando todos éramos uno, pero añoro aún más la unión ante el trabajo más duro, las labores de cosecha, el reparto de la era, el arreglo de caminos, las decenas de pastores o ir todos juntos a la esquila, cada día, de un rebaño. En la actualidad, esto no es más que historia. Lógicamente, ese desarrollo de tareas ha evolucionado; y, con los nuevos sistemas y maquinarias, no precisamos de juntarnos muchos para desempeñar un sólo trabajo. Sin embargo, lo que añoro es que, en este momento, no somos capaces de unirnos ante ningún problema para, desde la humildad, el dialogo y el respeto, poder sacar adelante la siega que nos tengamos entre manos.

Toda esta reflexión, viene a cuento del sector bovino y de esa lucha constante contra la tuberculosis desde hace muchos años. En momentos como éste, se dan circunstancias que hacen que las campañas no transcurran como lo hacen normalmente. Cuando algo empeora y la única solución es aumentar la presión hacia los ganaderos —más si cabe—, el desasosiego y las pérdidas aumentan y, con ello, nuestra salud se deteriora. Esta presión por parte de los responsables de sanidad, que, creo, lo hacen para atajar cuanto antes el problema, hace parecer que no son conscientes de las consecuencias citadas. El malestar en el sector — y en esta provincia en concreto— es cada día mayor. No obstante, los ganaderos estamos más unidos que nunca por la defensa de nuestros intereses. El vínculo creado entre todas las asociaciones, cooperativas y ayuntamientos, conseguido en Salamanca, y los resultados que esto pueda suponer, tendría que hacernos reflexionar de cuán es la fuerza real que podemos llegar a ostentar. Quiero reconocer el trabajo, la templanza, la intención de construir, de entenderse y consensuar, de todas estas entidades y, en definitiva, la sana intención de personas para trabajar en beneficio del sector.