Se termina el año y es oportuno hacer un repaso a este larguísimo 2023, y digo larguísimo porque al sector agrario se le han sumado los problemas por circunstancias climáticas y de globalización, pero también, por una creciente utilización de la política en perjuicio del honrado trabajador de este sector.


Respecto al clima, hemos sufrido la peor sequía de los últimos años y como consecuencia una gran merma de producción de nuestros cultivos, carencia de agua y pastos para nuestro ganado o la insuficiente floración para las colmenas, entre otros. Además, a las nefastas producciones sumamos la fuerte subida de los insumos, fertilizantes, gasóleo, semillas, fitosanitarios etc. Nosotros no podemos cambiar el tiempo, estamos a a su merced, pero sí se pueden minimizar las consecuencias, mejorando las infraestructuras hidráulicas, aumentando regadíos, mejorando las condiciones de los seguros, estudiando mejoras genéticas en semillas, autorizando los transgénicos resistentes a sequías y enfermedades, permitiendo al agricultor sembrar y recoger cuando agronómicamente sea más interesante y no cuando a los iluminados ecologetas se les ocurra.


La otra característica de este mal año es, como hacía mención en el primer párrafo; la excesiva carga política y la aplastante imposición legislativa, como consecuencia, tenemos más políticos legislando que agricultores trabajando el campo. Las imposiciones con origen en Europa y llevadas al extremo en nuestros Ministerios, han hecho de este año 2023 el peor que conozca la agricultura, principalmente por el deterioro de la política que ha condicionado la agricultura de nuestro país, reduciendo las compensaciones a los productores justo en el momento más complicado.

La política agraria común (PAC) lleva aplicándose en España 37 años (marzo de 1986), y desde entonces ha habido numerosas reformas, cada una de ellas han ido variando los objetivos. En las últimas reformas se han alejado totalmente de lo que fueron sus orígenes; garantizar un sector productor de alimentos, en calidad y canitidad suficiente para una población creciente en Europa, pues en esta última se han olvidado por completo y lo único que prevalece es un falso mantenimiento del medio ambiente, con las consecuencias de unas imposiciones en la agricultura y ganadería, que han hecho que perdamos hasta una tercera parte de las compensaciones que llegaban por esta vía.

Además por si fuera poco nos imponen rotación de cultivos, uso de fitosanitarios y nueva legislación en bienestar animal. En cuanto a Ley de Bienestar Animal que reducen el tiempo de transporte, limita así los posibles destinos, perdiendo mercados, aumentando el espacio por animal, incrementando el coste del movimiento impidiendo mover animales de cierta edad, perdiendo esos mercados y por si fuera poco, la ocurrencia del próximo reglamento de deforestación, donde tendremos que tener el seguimiento claro de los productos que utilizamos y estará prohibido que sean de orígenes deforestados, la trazabilidad de otros, también se la tendremos que hacer nosotros.

Lo más llamativo es que con todo lo que les gusta legislar y controlarnos, en esta democracia en la que los únicos que hacen lo que les viene en gana son los políticos, cuando hay problemas de verdad (como ha pasado con la sequía o con la reciente enfermedad de la EHE), se han puesto a mirar para otro lado achacando competencias cedidas a las autonomías, estando así el Ministerio ausente y las Autonomías con la justificación de que es un problema de todo el país, también de perfil.

Pero podemos estar todos “tranquilos”, que si la PAC ha sido mala, lo que viene no va a ser mejor. Si en el Ministerio de Agricultura han estado ausentes, siguen los mismos. Si los que de verdad nos condicionan, como es el Ministerio de Transición Ecológica y es nuestro mayor enemigo, también siguen los mismos. Hay que destacar además, la tranquilidad del Ministerio de Trabajo, quien acusa al sector agrario de esclavizar a los trabajadores y defender la fiesta nacional y la tauromaquia, y es en la que tenemos al frente del Ministerio de Cultura a un anti taurino, en fin.

Tranquilos podemos estar, todo lo que no mejora es susceptible de empeorar más aun, teniendo en cuenta que esta constatado que en este país hay comunidades de primera y otras de segunda. A la nuestra la han puesto en el vagón de cola; “todo sea por la paz social”.