Javier Sánchez Mielgo

Javier es un agricultor muy joven, natural de un pueblo zamorano, Fuentes de Ropel.

C.R./ Redacción

Javier es un agricultor muy joven, natural de un pueblo zamorano, Fuentes de Ropel. Estuvo trabajando algún tiempo como comercial para casas de semillas y fitosanitarios pero, al final, se animó a incorporarse al sector cuando su padre se prejubiló. Tampoco le era ajeno el trabajo, porque, como tantos jóvenes agricultores, “en casa he ayudado desde siempre, así que ha sido más una continuación que un cambio. Mi padre me ha apoyado, y eso creo que tiene muchas más ventajas que inconvenientes, te sirve de orientación”, comenta.

En la explotación hay secano (alfalfas, cereales, girasol) y 18 hectáreas de regadío, aunque prácticamente la mitad no se pueden regar por problemas de concesión “que no acabo de entender, y además no me dan otra opción”, explica, resignado. En la zona regable, Javier opta principalmente por la remolacha.

Hoy por hoy, Javier considera que hay dos problemas principales para el agricultor. El primero, la inestabilidad de los precios “que hoy vale una cosa y mañana, la mitad. Eso te exige hacer muchas cuentas y ver los costes que te compensa asumir, no es raro que tanta gente vaya al mínimo laboreo o al laboreo tradicional”. El segundo problema es la dificultad de lograr financiación, “que a veces te impide acceder a ayudas, porque no tienes respaldo”, dice. Sólo con financiación puede un agricultor como él afrontar, por ejemplo, la construcción de un almacén que te permita vender en el momento más oportuno.

La zona en la que vive Javier “no está tan abandonada como otras, somos varios los agricultores jóvenes, y muchas veces nos echamos una mano”, cuenta. Ir al bar a tomar un café o navegar por internet son algunas de las cosas que hace este zamorano en su tiempo libre.

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