José Luis Grajal Rodríguez, agricultor

José Luis se acuerda bien del primer tractor que compró su padre. Él tenía cinco años y también una idea muy clara de lo que sería de mayor: agricultor. Ahora tiene 28, y maneja una explotación de agricultura extensiva en Castroverde de Campos (Zamora).

José Luis se acuerda bien del primer tractor que compró su padre. Él tenía cinco años y también una idea muy clara de lo que sería de mayor: agricultor. Ahora tiene 28, y maneja una explotación de agricultura extensiva en Castroverde de Campos (Zamora). Como tantos agricultores, lleva trasteando entre la maquinaria desde niño, aunque se incorporó en 2007, después de estudiar el módulo de formación profesional de Explotaciones Extensivas. “Ya en EGB tenía claro que iba estudiar esto, porque yo lo que quería era llevarlo a la práctica, en casa”, comenta. A la hora de tomar decisiones en su explotación, todo es útil: la formación recibida, la experiencia de los mayores, y también lo que uno mismo va comprobando: “escucho a los mayores porque son muy sabios, pero también hay ciertos parámetros que no comparto con ellos. Por ejemplo, hay mucha gente que si el vecino tira 200 kilos de abono hace lo mismo, pero a lo mejor en tu parcela ese gasto no compensa, tienes que hacer tus cálculos”.

Él hizo cuentas y optó por la siembra directa, que le permite un considerable ahorro de gasóleo. También reparte diferentes cultivos en su explotación: cebada, trigo, centeno, avena, triticale, lenteja, garbanzo, vezas, girasol… “Es bueno para el suelo y además me da una tranquilidad, porque como cada cultivo lleva su ciclo productivo, si llega una sequía o una helada que afecta a siembras tempranas, siempre te quedan otras parcelas que funcionan, como me pasó la campaña pasada con el trigo, que me dio buenos rendimientos”.

A José Luis le gusta muchísimo su profesión, y también la vida en el pueblo. “Sea lunes, martes o sábado, yo me levanto contento. Voy a dar de comer a las gallinas y a los gatos, arreglo maquinaria, preparo papeles, me acerco al las parcelas… Son cosas tuyas, y disfrutas viéndolas”. Admite que lo más duro y solitario son los inviernos, “aunque me acerco al pueblo de al lado a echar la partida con los amigos. Además, los días ya están creciendo, y con la luz todo se anima”. 

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