La diferencia entre ‘viejo’ e histórico

Cerca de 1350 vehículos están catalogados como históricos en Castilla y León

C.R./ Teresa S. Nieto

Cualquier vehículo, moto, turismo, camión o tractor, que haya cumplido los 25 años podría considerarse ‘viejo’. Pero unos cuantos de ellos son salvados del chatarrero y acaban recibiendo el mucho más honroso calificativo de ‘histórico’, y formando parte del inventario general de Bienes Muebles del Patrimonio Histórico Español. En Castilla y León hay, aproximadamente, 1350 vehículos que ya lo han conseguido, entre los que predominan turismos y motos, pero también hay unas cuantas decenas de tractores, según las cifras de la Dirección General de Industria de la Junta.

Para ser catalogado como histórico, el vehículo ha de ser supervisado por uno de los laboratorios acreditados para ello en Castilla y León (en Valladolid, Salamanca o en la localidad madrileña de Pinto). Si se acepta la solicitud –que implica unas tasas que oscilan entre los 250 y los 350 euros– y se supera la ITV correspondiente, el vehículo recibe en Tráfico la matriculación como histórico. Ello apareja, además del reconocimiento, algunas ventajas, como conservar la matrícula original, algunos beneficios en el pago de impuestos y seguros, y una menor frecuencia y suavidad en los requisitos exigidos en las ITV. Pero también impide su uso de trabajo, y eso es importante en el caso de vehículos industriales y tractores. Un tractor catalogado como histórico tiene que mantener su estructura original, “lo que en muchos casos significa no cumplir la normativa actual de prevención. Es decir, no puede usarse para trabajar en el campo, pero sí para participar en una concentración e aficionados o una exhibición de maquinaria antigua”, subraya Fernando Romanos, técnico de la Dirección de Industria.

La Fundación Cidaut, en Boecillo (Valladolid), es desde 1997 laboratorio acreditado para realizar estas inspecciones. Razones sentimentales, gusto por el coleccionismo o incluso negocio son los principales motivos que empujan a inscribir un vehículo en este registro, “pero en cualquier caso es fundamental que se conserve tal y como era, no puede haber sido reformado y transformado, algo que ocurría con mucha frecuencia en los tractores antiguos, en los que se hacían muchos cambios sobre el modelo original”, indica el responsable del laboratorio, Jaime Ledesma. El turismo más antiguo que ha pasado por sus manos fue un Ford T de 1912; a finales del siglo XX se inscribían coches de los sesenta y setenta, como el seiscientos o el R-12; en los últimos tiempos, van entrando los modelos de los ochenta, como el Ford Fiesta, y dentro de poco llegarán los de los noventa. “Muchos son coches que han pertenecido al padre o al abuelo, y si los hijos tienen sitio donde guardarlos, los quieren conservar”. La duda es si los nuevos modelos aguantarán tanto como los viejos, “porque un seiscientos se avería en ruta y con una caja de herramientas haces un apaño, pero la mecánica actual es mucho más complicada y necesitas un especialista”, apunta Ledesma.

Pie de foto: Mecánica de aquí: un Sava Nuffield de la colección de JL Horcajo.

 

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