Dicta la Junta de Castilla y León que «el objetivo es reducir la mortalidad directa de pollos de aguilucho cenizo asociada a las labores de siega y cosecha, trabajos agrícolas que se realizan en muchos casos antes que los pollos de estos singulares rapaces se hayan desarrollado completamente y hayan abandonado el nido, especialmente en años secos y con temperaturas primaverales elevadas».

Así, la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio ha puesto en marcha la primera campaña del proyecto financiado por los fondos europeos Next Generation UE ‘Actuaciones de conservación del aguilucho cenizo y otras aves esteparias en Castilla y León. 2023-2025’, abarcando distintas provincias de la Comunidad, principalmente Palencia, Valladolid y Zamora. 

La administración aclara que «es preciso localizar los nidos de estas especies a lo largo de los meses de abril, mayo y junio, para, en caso necesario, desarrollar actuaciones de conservación de estos nidos. Estas medidas se fundamentan en el establecimiento de acuerdos voluntarios de custodia con los agricultores, orientados bien al retraso de la cosecha 7-15 días -en muchos casos en ese período los pollos completan su desarrollo y abandonan el nido antes de que se coseche el cereal-, bien al establecimiento de rodales sin segar en torno a los nidos o mediante el establecimiento de cercones de protección de los nidos ante depredadores terrestres».

«En aquellos nidos que por extrema vulnerabilidad así lo precisen, los huevos o pollos serán trasladados a los Centros de Recuperación de Animales Silvestres de Castilla y León (Red de CRAS de la Junta de Castilla y León) hasta su completo desarrollo, momento en el cual serán liberados en la zona donde fueron retirados».

Además de localizar los nidos, los equipos de trabajo establecen también relaciones directas con los agricultores y conductores de cosechadoras, informándoles de la situación de la especie y cómo actuar en caso de detectar un nido durante sus trabajos habituales, con el fin de incrementar la supervivencia de los pollos.

Estas actuaciones, junto con el desarrollo de adecuadas medidas agroambientales, se presentan como fundamentales para poder conservar las poblaciones de esta especie, pudiendo beneficiar a todas las especies ligadas a los medios agrarios donde se desarrollan.

En estos trabajos participan activamente los agentes medioambientales y celadores de medio ambiente de todas las comarcas incluidas en el proyecto, tanto en la búsqueda de nidos, como en las intervenciones de conservación a desarrollar, ampliándolas a aquellos nidos altamente vulnerables o en situación de riesgo que sean detectados fuera de estas zonas seleccionadas durante sus trabajos habituales de vigilancia y seguimiento de biodiversidad.

Desde el presente proyecto se realizarán, a su vez, distintos trabajos de coordinación con las entidades conservacionistas que están desarrollando campañas de conservación de los aguiluchos a escala local (ACENVA y los grupos locales de SEO/Birdlife en Ávila, Salamanca y Segovia), con el objetivo de agilizar y apoyar las acciones de conservación directa de nidos.

Se espera que este proyecto pueda servir de experiencia piloto para futuras labores de conservación de la especie a una escala mayor, incluyéndose estas actuaciones de conservación en el futuro Plan de conservación de la especie que se está redactando.

Aguilucho cenizo

El aguilucho cenizo es una rapaz migradora de mediano tamaño que pasa el invierno en los grandes pastizales y sabanas del África subsahariana, y viaja a Europa para reproducirse durante la primavera y el verano. En Castilla y León está presente entre los meses de abril y septiembre en las grandes extensiones de cultivos herbáceos de secano de los páramos y campiñas de la Meseta, así como algunas zonas de pastizales y brezales de las montañas, reproduciéndose entre primeros de mayo y mediados de julio, instalando sus nidos de forma muy frecuente en los cultivos de cereal. A cambio de situar su nido en los cultivos, ayuda a controlar las poblaciones de topillos, ratones, langostas, pequeños reptiles y aves granívoras, al constituir éstas sus presas habituales.

Es una especie, al igual que gran parte de las ligadas a medios agroganaderos, que presenta en los últimos años un estado de conservación desfavorable, con importantes descensos poblacionales, cifrados en un 23-27 % en el conjunto de España entre 2006 y 2017 o en un 57 % para el conjunto de Castilla y León entre 2002 y 2021, motivo por lo que la situación de la especie está clasificada en el Catálogo Español de Especies Amenazadas como ‘vulnerable’.

La principal amenaza para la especie en las zonas en las que se reproduce en cultivos cerealistas es que la cosecha del cereal se ha adelantado a lo largo de las últimas décadas, tanto a causa del uso de variedades de cereal de maduración más temprana, como por los efectos del cambio climático, y por la rapidez actual en las labores de cosecha, realizándose en gran parte del territorio con anterioridad al vuelo de la mayor parte de los pollos, provocando, por tanto, una alta mortalidad de los mismos. A esta amenaza se suma el incremento que se está produciendo en los últimos años de la superficie de cereal aprovechada mediante siega en verde durante el mes de mayo, afectando en este caso principalmente a nidos aún con huevos, o incluso a hembras incubando.

A esta problemática se suman también la pérdida progresiva de hábitat disponible, especialmente de su calidad motivada por la sustitución de los cultivos de cereal de secano por otros de menor interés para estas especies, como el girasol o la colza; sustitución de cultivos herbáceos por cultivos leñosos; o pérdida de linderos, eriales, pastizales y barbechos con gestión poco intensiva, entre otros.